Los Astros de Houston tratan de pasar la página del escándalo por el robo de señas en las campañas de 2017 y 2018. Pero los aficionados parece que intentarán recordárselo. El lunes, en Lakeland, Florida, José Altuve fue abucheado de manera ruidosa, en el parque primaveral de los Tigres de Detroit. Mientras, Miguel Cabrera estuvo allí para alentarlo.
El segunda base y otros titulares del equipo texano -Alex Bregman, Carlos Correa y Yuli Gurriel-, jugaron por primera vez en un encuentro de exhibición en la Liga de la Toronja.
En el quinto inning, la estrella de los siderales fue golpeado en uno de sus pies por un lanzamiento del relevista Nick Ramírez. El pelotazo se produjo después que Myles Straw conectó jonrón.
“Le dieron en el pie. No fue nada, ¿saben a qué me refiero?”, comentó el manager de los Astros de Houston, Dusty Baker, a la agencia AP, tras la victoria de Houston 11-1. “No fue intencional”.
Altuve fue reemplazado por un corredor emergente. Igual los regulares del club sólo iban a participar cinco capítulos, de acuerdo con Baker.
El venezolano también restó importancia al bolazo y, aseguró que no prestó mucha atención a lo que gritaban algunos de los casi cinco mil aficionados que asistieron al estadio Joker Marchant.
“Escuchamos mucho ruido, eso es todo”, señaló Altuve. “Estamos enfocados en jugar beisbol. Necesitamos ir al terreno, estar listos y prepararnos para la temporada. En eso estamos pensando en este momento”.
Cabrera, amigo cercano de Atuve, le dijo al diario The Detroit News que cree en la palabra de Altuve cuando éste le asegura que no participó en el sistema de robo de señas, que determinó la investigación de MLB durante el receso de temporada. Apenas una semana atrás, Correa, su llave de dobleplays alrededor del segundo saco, reveló que a Altuve “no le gustaban los golpes al cesto de basura, que el equipo utilizaba para señalarles a los bateadores qué pitcheos venían”, reseñó MLB.com.
Prensa LVBP
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