A los 74 años de edad, se ha apagado la vida de Cirilo Rodríguez, un artífice de la madera y el barro, un creador innato que siempre prefirió ser llamado así: un gran creador popular.
Con una trayectoria que se extendió por más de medio siglo, Rodríguez transformó la nobleza de la madera en formas llenas de vida, apoyándose en la maleabilidad del barro para darles alma. Su incansable búsqueda de la belleza y la expresión lo llevó a ser merecedor del prestigioso Premio «Arturo Michelena», otorgado por el Salón Nacional de Artes Plásticas, un reconocimiento reservado a los más notables exponentes del arte venezolano.
Un recorrido por su vida
Para relatar su historia, acudimos a Hildebrando Aranguibel, amigo entrañable y confidente de muchos años.
Cirilo Rodríguez nació en la humilde población de Urucure, en el municipio Urdaneta del estado Lara. Desde su adolescencia, sintió el llamado de la talla en madera y del modelado en barro. Sus primeras creaciones, aunque rudimentarias, irradiaban una fuerza expresiva que anticipaba al maestro en que con el tiempo habría de convertirse.
Con los años, su talento se refinó hasta alcanzar un estilo propio, inconfundible, que lo posicionó como uno de los tallistas más valorados del país. Sus obras fueron expuestas en diversas localidades de Venezuela, incluyendo Caracas, la capital, donde su arte encontró admiradores y coleccionistas.
El destino quiso que su jornada llegara a su fin en la mañana del lunes 24 de marzo, en su hogar de Barquisimeto, en la intersección de la calle 62 con las avenidas Fuerzas Armadas y San Vicente. Las causas de su partida aún se desconocen, aunque se presume un infarto.
Cirilo Rodríguez no solo dejó un legado artístico imborrable, sino también un profundo vínculo con figuras clave del quehacer cultural, entre ellas el doctor Eduardo Gómez Tamayo, fundador de este medio, y su esposa, Mariela Sigala de Gómez Tamayo, con quienes compartió una cercana amistad.
Nos unimos al pesar de sus familiares y allegados, honrando su memoria con estas líneas.
Paz a sus restos.
RG