¿Habrá un fin al saber?
Nunca, nunca. Se está siempre al principio
De una curiosidad inextinguible
Frente a infinita vida.
Este texto lo escribió hace casi un siglo el poeta Jorge Guillén, primero en ganar el Premio Cervantes.
Las palabras de Guillén se sellan como verdades en piedra en cuanto a Rafael Cadenas, el primer venezolano en recibir dicho galardón, el más importante de la lengua española.
El día acordado para recibir su premio Rafael Cadenas apareció en la entrada de la Universidad de Alcalá de Henares con un lento caminar, cuyas pausas permitían el admirarlo aún más. A sus lados, su hijo Silvio, el Rector de la Universidad de Alcalá y la Directora General del Libro y Fomento de la Lectura, quienes le mostraban los espacios de esta casa de estudios.
Avanzaba Cadenas por esos pasillos milenarios en los que alguna vez fueron estudiantes Quevedo, Nebrija, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina y Fray Luis de León. Caminaba el gran poeta venezolano observándolo todo, posando tímidamente frente a las cámaras, sin decir mucho y diciendo tanto al mismo tiempo.
Algunos minutos duró su recorrido hasta llegar al Paraninfo, el aula magna de esta universidad, el lugar en el que sería homenajeado con el mayor de los títulos que un escritor hispanohablante pueda recibir. Lo vimos mirando a su alrededor, muchas veces hacia arriba, observando el hermoso techo mudéjar que exhibe esta sala y haciéndonos preguntar si las nubes de Calder aparecieron en su memoria.
Posterior a su llegada arribaron los Reyes de España, Felipe VI y Letizia; junto a una delegación entre los que estaban el Ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta; la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso; y personalidades del alto gobierno español.
El Rey abrió la sesión para ceder la palabra al Ministro Iceta; a la Directora General del Libro y Fomento de la Lectura, María José Gálvez; y hacer entrega del premio a un Rafael Cadenas orgulloso y sencillo, quien recibió la Medalla y Escultura de manos de los Reyes para, entonces, dar su discurso.
Habló de su vínculo con España y el de tantos venezolanos; de las materias de ciencias y su arrepentimiento por haberlas descuidado en su juventud, porque “la física cuántica ha restaurado el insondable misterio del Cosmos”; habló de la paradoja que implica que los países más civilizados inviertan en crear bombas; habló de Cervantes y el “subestimado” Sancho Panza; resaltó la necesidad de un mundo cosmopolita; habló de la “maltrecha” lengua española y la importancia de cuidarla; habló de la democracia y la urgencia de su defensa.
En sus palabras Rafael Cadenas, habló, también y especialmente, de la Universidad Central de Venezuela, la UCV, recordando su periódo de esplendor, admirando su pluralidad “pese a no estar bien”; y saludando cariñosamente a los profesores, estudiantes y empleados.
Terminó Cadenas exaltando la libertad y recordando las palabras de Cervantes en la voz del Quijote “la libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a un hombre».
Finalizó Rafael Cadenas su discurso para ser fuertemente aplaudido y bajando las escaleras convertido en el Cervantes de Venezuela, en el escritor inextinguible, en el poeta de vida infinita.
Por: Saskia Luengo
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