Por segundo día los manifestantes desafiaron el toque de queda impuesto en Kenosha, Wisconsin, enfrentándose a los antidisturbios en las afueras del tribunal del condado, no lejos de donde a Jacob Blake le dispararon por la espalda el domingo en un encuentro con la policía.
Blake, de 29 años, sobrevivió al tiroteo y se encontraba estable tras ser operado, dijo su padre a los medios de comunicación el lunes.
Pero el incidente, el último de un rosario de casos que ponen el foco en el tratamiento policial a los afroamericanos, desató la indignación en la ciudad lacustre de Kenosha, a unos 65 km al sur de Milwaukee.
El tiroteo se produjo tres meses después de la muerte en Minneapolis, el 25 de mayo, del afroamericano George Floyd, que fue inmovilizado en la calle bajo la rodilla de un agente de policía blanco, un suceso que desencadenó protestas en todo el país contra la brutalidad policial y el racismo en el sistema de justicia penal de Estados Unidos.
En las protestas que estallaron el domingo por la noche, algunos manifestantes provocaron incendios y lanzaron ladrillos y cócteles molotov a la policía, lo que llevó a las autoridades a cerrar los edificios públicos.
Los activistas del movimiento Black Lives Matter exigieron la detención inmediata de los agentes implicados en el tiroteo, a los que se les concedió un permiso administrativo.
Foto: vía DW