”La existencia de 37 tarjetas nacionales y de varias decenas regionales hacían casi imposible un triunfo opositor en las elecciones regionales nacionales del pasado domingo 21 de noviembre, lo que, además, evidencia la división del espectro político opositor a Nicolás Maduro”.
La anterior reflexión proviene del politólogo Doriam González, en un somero análisis precisamente de los resultados de esa votación.
Bajó la participación
Lo primero que González apunta en su análisis es que la participación en las urnas electorales decreció en esta oportunidad cuando menos en un 20 por ciento, en comparación con las elecciones regionales de 2.017.
Otro factor a destacar es que, en esas mismas elecciones de 2.017, el Gran Polo Patriótico (GPP) obtuvo poco más de 5.800.votos y 18 gobernaciones, y ahora, con apenas algo más de 3.200.000 votos, ha ganado hasta el momento 19 gobernaciones, de las 23 en disputa.
En el caso opositor, en el 2.017, obtuvieron cinco gobernaciones –incluida la del Zulia, ganada por Juan Pablo Guanipa, pero quien se negó a juramentarse ante la Asamblea Nacional de ese momento— y un caudal electoral nacional de 4.900.000 votos.
Destaca González que, para aquel momento, la oposición contaba con una estructura que los reunía a todos: la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que los ayudaba a concentrar votos en corredores electorales determinados.
Situación “distinta”
“Pero, ahora–resalta–, en el 2.021, la historia de los factores que adversan a Maduro es muy distinta”.
“A nivel nacional, la tarjeta que concentró mayor cantidad de votos opositores fue la de la MUD, con poco más de 1.690.000”.
Explica luego que las tarjetas de los partidos judicializados (AD-Copei-PJ-VP) juntas lograron sumar más de 623.000 sufragios, y que estas últimas, añadidas a otros partidos que conforman la Alianza Democrática, suman 1.400.000 votos.
De igual forma, comenta que otras alternativas en el escenario político con referentes opositores, tales como Fuerza Vecinal (371.000 votos) y Alianza del Lápiz (142.000 votos) suman el grueso de los sufragios en el espectro opositor, lo que suma para la oposición un total de 4.400.000 votos en todo el país, un millón de votos por encima de la cantidad total obtenida por el oficialismo.
Irónicamente
Pero, irónicamente, con todos esos votos, la oposición únicamente ha podido ganar hasta ahora tres gobernaciones, mientras que logran el triunfo en 120 alcaldías, hasta ahora, muy por encima de las obtenidas en el 2.017.
En consecuencia, habría que concluir en que la fragmentación política en la oposición hace inviable la victoria en el escenario regional, es decir, para gobernadores, mas no parece haberla afectado tanto en el ámbito municipal.
En cuanto al triunfo chavista, señala González que la concentración de votos en la tarjeta del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) es la mejor arma con la que cuenta el oficialismo para alcanzar victorias.
Y añade que, subsecuentemente, por el lado opositor, la poca capacidad de coordinación y articulación entre los diferentes factores que adversan a Nicolás Maduro para llegar a acuerdos también pasó su factura al final.
También asoma un detalle, según él, muy importante: La existencia de 37 tarjetas nacionales y de varias decenas de tarjetas regionales también abonó bastante en la dispersión del voto opositor.
Ventajismo oficial
Explica González que igualmente hubo evidencias de notorio ventajismo oficial, y, al respecto, menciona el uso de recursos públicos en la campaña electoral, tales como el de las bolsas CLAP, así como el desigual uso de los medios de comunicación social.
A todo ello, el politólogo suma la actuación de gobernadores y alcaldes ahora reelectos inaugurando obras dentro del mismo lapso de campaña electoral.
“Y en última instancia, fue evidente la concentración de recursos institucionales para resolver problemas en muchas ciudades, problemas que llevaban meses, inclusive años, sin resolverse”.
Para explicar la derrota en el Estado Lara, el analista aplica las mismas razones que hubo para la derrota a nivel nacional, y hace énfasis en “las evidentes diferencias ante la opinión pública”.
Y en Lara, ¿Qué?
Asimismo, opina González que el liderazgo opositor en el Estado Lara va a necesitar de mecanismos de articulación y de comunicación entre ellos, y lo peor que pudieran hacer ahora mismo es seguir atacándose entre sí.
Finalmente, ante la pregunta acerca de si salió Juan Guaidó fortalecido de este resultado electoral, expresa:
-No lo pienso así. Me parece que las contradicciones dentro del G-4 se van a incrementar luego de estos resultados, y su ausencia del proceso electoral pudiera restarle fuerza a sus aspiraciones de instalar nuevamente la Comisión Delegada de la Asamblea Nacional.
Reinaldo Gómez