Venezuela, Nicaragua y Haití son los tres países más corruptos del continente, según un informe de Transparencia Internacional publicado el martes 25 de enero.
El Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) de 2021 revela que los niveles de corrupción están estancados en todo el mundo, por ejemplo, Venezuela continúa en el cuadro de los cinco países con peor desempeño.
El estudio, realizado por la organización sin ánimo de lucro con sede en Berlín y enfocada en el combate contra la corrupción, concluyó que, a nivel regional, la lucha contra la corrupción en los países de Latinoamérica se ha estancado en los últimos tres años.
El reporte evalúa a 180 naciones del mundo por los niveles percibidos de corrupción en el sector público.
En el grupo de los cinco están: Yemen (16 puntos), Venezuela (14), Somalia (13), Siria (13) y Sudán del Sur (11). En 2020 Venezuela estuvo en el puesto 15, lo que significa que la nación empeoró su ya precario clasificación en el ranking, presentado este martes 25 de enero.
Desde 2012 el país cae en las posiciones. Pasó de ocupar el puesto 165 al 177. Además, Venezuela también es percibida como la nación más corrupta del continente americano. Por ejemplo, Uruguay es el país menos corrupto de América, según el índice, al tener una puntuación de 73 sobre 100, le sigue Chile (67), EE. UU. (67), Barbados (65) y Bahamas (64).
“Este año el promedio global se mantiene sin cambios por décimo año consecutivo, en solo 43 de los 100 puntos posibles. A pesar de los múltiples compromisos, 131 países no han logrado avances significativos contra la corrupción en la última década. Dos tercios de los países obtienen una puntuación inferior a 50, lo que indica que tienen graves problemas de corrupción, mientras que 27 países se encuentran en la puntuación más baja de su historia”, se lee en su página web.
Transparencia Internacional señala que mientras los esfuerzos anticorrupción se estancan en todo el mundo, los derechos humanos y la democracia también están bajo ataque, en ese sentido, sostienen que no se trata de una coincidencia, pues su último análisis muestra que la protección de los derechos humanos es crucial en la lucha contra la corrupción.