Reseña de la Añoranza/ Iván Brito López < El Informador Venezuela
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Reseña de la Añoranza/ Iván Brito López

 

             Paseo “Armando Villalón”

La reseña de la añoranza, escribió una vez el periodista Manuel Felipe López, “…es la voz silente del pretérito anunciando un tiempo que se fue…” de tal manera que el recuerdo, la evocación, siempre es grata cuando como en una especie de película las imágenes van pasando en sucesiva cronología, especialmente cuando nos encontramos en un instante que propicia la rememoración, como la que vivió el pasado miércoles 22 de enero, el estimado Maestro Armando Villalón, al haber sido distinguido como epónimo de un interesante paseo urbano al Este de Barquisimeto, gracias a la iniciativa de gente que sabe querer a quienes los han empinado hacia la gloria, y es que el Maestro Villalón, es ya una especie de símbolo distintivo de la ciudad, el estado y el país.

Nosotros dada la añeja y estrecha amistad que nos une y que raya en la familiaridad, estábamos en el taller de este consumado artista larense, cuando lo visitó una especie de comisión, por decirlo de alguna manera, quienes le anunciaron la buena nueva, la aprobación del ciudadano Alcalde del Municipio Iribarren abogado Luis Jonás Reyes Flores, del Paseo Armando Villalón. La aludida delegación estaba integrada por la periodista Alba Arráez, la Presidenta de Cortubar Adriana Castellanos y el Director de la AMTT Nelson Torcate, quienes le manifestaron elogiosas palabras de reconocimiento al maestro, quien indudablemente se vio notablemente emocionado por tan inmenso honor.

Más de medio siglo de trayectoria, avalan tal distinción, más de 50 años tras el caballete entregándose en cada creación en cuerpo y alma, con la formidable capacidad de resolución plástica cuando está en plena faena artística ante el lienzo, que va cobrando vida desde el trazo de los plano en carboncillo, hasta la paulatina coloración que va desde la creación de la mancha hasta el acabado final de sus rumorosos valles pleno de luz y color, con las montañas veladas y la contraposición de planos que le dan en la ilusión óptica profundidad y lejanía a cada obra.

La calle 28 entre carreras 24 y 25, fue el epicentro de vida de este barquisimetano de excepción, alegre, sencillo y disciplinado, quien con fe perseveró en un quehacer que no sólo le ha brindado grandes satisfacciones espirituales, sino también que la ha procurado un medio de vida sublime y honesto, sincero en su expresión artística, colorido y musical, pues “…en la pintura, los colores, son las notas en la música…” como bien lo diría un día el maestro Rafael Miguel López, que cultivó no sólo la música, sino también la pintura.

Desde el reducto hogareño, le dio rienda suelta a su innata creatividad artística, dibujando las paredes de su casa, cosas que le celebraba su madre y que se magnificará, cuando su madrina la profesora Ana Emilia Maurielo, le regaló una de esas bandejas de metal con tapa, contentivas de un juego de acuarela y unos pinceles. Imposible describir la emoción del jovencito, aun hoy, cuando evoca aquella ocasión, no encuentra palabras, para describir la emoción que aquello le causó.

Más tarde en la escuela, ilustrará el periódico escolar, será el ilustrador igualmente de las carteleras y un buen día, el regente de una frutera vecina a su casa, le encomienda que le pintara un letrero con frutas y hortalizas, sonriéndose al rememorar la escena, donde en el recuerdo describe el instante cuando elevaron el letrero pintado por él para instalarlo. En la Escuela Técnica Industrial, hará sus estudios hasta egresar como técnico y en el tránsito por el instituto, observará su capacidad como dibujante uno de sus profesores a la hora de hacer las perspectivas de piezas mecánicas, pues las hacía con sobras y con efectos, entonces el profesor Rafael Francisco López Rodríguez, le sugirió que estudiara arte y así se inscribe en cursos nocturno en la Escuela de Artes Plásticas, donde tendrá una breve pasantía y de allí el oficio será el que ira adiestrando el trazo y las pupilas, mientras alternaba lo que en principio parecía un hobby, con su trabajado de exitoso representante de ventas, cuyo ejercicio profesional lo hizo incursionar en varias ramas como dinámico vendedor, dada su naturaleza comunicativa ideal para las relaciones públicas.

El tiempo, su pasión por la pintura y su inagotable espíritu de superación, condujeron sus pasos hasta el taller del Maestro Ramón Díaz Lugo, quien pertenecía a la primera promoción de la Escuela de Artes Plásticas, pues había sido alumno fundador bajo la dirección de ese gran pintor que fue Rafael Monasterios. Aquel taller de la carrera 16 con la calle 28, en realidad era una nutrida academia particular, donde Díaz Lugo con sabia inteligencia pedagógica impartía las nociones fundamentales de la pintura, estimulando el talento de cada uno de quienes acudían a aquel recinto de arte y cultura, dada asimismo la gran erudición intelectual de este maestro de maestros. Será Ramón Díaz Lugo el que incitará en Villalón, la idea de viajar a Europa y visitar museos, en una travesía que sería primigeniamente estudios de observancia y que en España, serán formalizados académicamente en dos institutos de formación artística, donde conocerá y estudiará a fondo la obra de Joaquín Sorolla (1863 – 1923), pintor español cuya obra ha sido descrita como impresionista, postimpresionista y luminista, de acuerdo a la crítica especializada, quien dejó más de 2200 obras catalogadas. Tal circunstancia marcará un punto de inflexión en Villalón, ya que desde entonces la obra de Sorolla ejercerá una influencia en el estilo pictórico de este artista larense, en su manera de interpretar la imagen y cómo la misma es transfigurada al plasmarla en el lienzo, donde el tratamiento de la imagen y sus atmosferas indudablemente reflejan un sello impresionista.

De tal manera que no pudo ser mejor aprovechado su recorrido por Europa, nutriéndose el intelecto, el pensamiento, el alma y el cuerpo, porque no es lo mismo convivir con el clima y la atmosfera de los parajes que visitó, que leerlos en libros mientras hojea las ilustraciones de las páginas de los libros contentivos de la vida y obra de los artistas del viejo continente. Su retorno marcará, una nueva etapa que evidencia el aquilatamiento artístico y la madurez intelectual del creador, sin desviarse de sus orígenes, los de la geografía interiorana y el Valle del Turbio, el mismo que de niño extasió sus pupilas quedando retratado en sus retinas los variados colchones de verdor en sus distintas tonalidades, de los paños de caña de azúcar, entre la brisa fresca que le acariciaba el rostro y el rumor de las aguas del río de la ciudad que lo vio nacer, mientras un tío que tenía un camión volteo y sus primos sacaban por encargo arena de la ribera del río.

Manuel Felipe López, de nuestra más gratísima recordación, expresaba que: “…para referirse a un artista, hay que tener algo de artista, ser un poco poeta y mirar al mundo con ojos distintos que permitan cerrase ante las sombras y sean más brillantes en la luz y es muy difícil esas simbiosis, sin embargo, el sentimiento hace milagros y abre el ánfora de la plenitud humana, para desgranar con fácil acento, todo lo que sienta el corazón…” Hoy esas palabras se amalgaman con esta crónica que emana como de un mágico surtido, donde absterge el alma la inspiración, para desde allí tejer con la urdimbre de la palabra, la semblanza panorámica del protagonista del hoy, Armando Villalón, a propósito de la designación de su nombre a un paseo urbano en el Este de Barquisimeto, ya que ello es fruto de una trayectoria, de una entrega y de un espíritu artístico de sincera expresión creadora, arraigada a los motivos inalterables de su terruño, cuya luminosidad es única, como nos lo decía el maestro Ramón Díaz Lugo y como nos lo ratificó el maestro Armando Barrios, cuando expuso en la UCLA al referirse a Rafael Monasterios quien le dio clases en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas y trajo a sus alumnos a Barquisimeto, entre quienes él se contaba, para pintar del natural en el Valle del Turbio.

Indiscutiblemente, que estos son momentos emocionantes y emocionados, como lo develan las notas de prensa que reseñaron el aconteciendo. El Informador Venezuela en su edición digital del 22/01/2025, señaló: “…El Paseo Armando Villalón, actualmente en sus inicios, tiene como objetivo fundamental el de dedicar uno de los espacios urbanos de Barquisimeto “a uno de los más destacados representantes del arte larense”…”

Con las referidas expresiones, el Alcalde del Municipio Iribarren, Abogado Luis Jonás Reyes Flores, inició sus palabras en el referido acto protocolar que marcaba el comienzo de la obra, que llevará a cabo el despacho a su cargo. “…para cuya construcción –dijo— estamos firmando en este momento el decreto correspondiente…”

En este mismo orden de ideas el Alcalde resaltó la dedicación de Villalón a plasmar en su arte todo lo relacionado con el Valle del Turbio, y con la procesión de la Divina Pastora, dos de los aspectos más emblemáticos de la barquisimetanidad.

De igual forma, Reyes Flores subrayó que el Paseo Armando Villalón contará, entre otras cosas, con un aula a cielo abierto, que contemplará varias obras del maestro, “y ya estamos trabajando en aceras, brocales, asfaltado, iluminación, y en la misma recuperación de esta Plaza Los Semerucos, y en la recuperación de la cancha”.

Ya el ciudadano Alcalde del Municipio Iribarren, lo había declarado Patrimonio Viviente de Iribarren, a lo que se suma el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado y luego el de la Universidad Yacambú, más recientemente se efectuó por parte del Ejecutivo del Estado Lara, encabezado por el Almirante Adolfo Pereira, la declaratoria de Patrimonio Vivo de nuestra Entidad Federal, gracias a la propuesta que le hicieran en conjunto las Universidades representadas por la Dra. Michelle Vivas Rectora de la Universidad Politécnica Territorial Andrés Eloy Blanco, la Dra. Vanessa Quero Rectora de la Universidad Fermín Toro, el Dr. Nelson Silva Decano de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador / Instituto Pedagógico de Barquisimeto Luis Beltrán Pietro Figueroa, el Dr. Juan Pedro Pereira Medina Rector de la Universidad Yacambú y el Dr. Edgar Alvarado Rector (E) de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado.

Con la sencillez que lo caracteriza, trajeado de pantalón kaky, guayabera de lino blanca manga larga y un aura luminosa que nimbaba su ser, se palpaba la emoción de Villalón, en el acto protocolar de inicio de la obra “Paseo Armando Villalón”, que se ubica en la urbanización Nueva Segovia, al Este de Barquisimeto extendiéndose desde la Plaza José Parra Pineda, conocida en el argot popular como “Los Semerucos” hasta la intersección de la avenida 20 con la calle 6.

Por su parte el homenajeado manifestó para la edición digital de El Informador Venezuela:

–No tengo palabras –dijo a su vez Villalón, visiblemente emocionado— para describir lo que siento en este momento.

–Estoy muy feliz, emocionado y agradecido –añadió— con todos los que han contribuido a este honor que se me está concediendo hoy…

En nuestros días, la obra de Armando Villalón muestra un enriquecimiento en el lenguaje plástico donde amalgama los recursos propios del dibujo y los recursos propios de la pintura, para definir la forma, aplicando su riqueza de color que le permite afinar el volumen mediante más matices lumínicos, creando luces dentro de las zonas de sombra y sombras dentro de las zonas iluminadas con un fantástico manejo de la contraposición de planos, tanto en sus paisajes del Valle del Turbio, del Ávila y de sus creaciones urbanas, por no decir nada de la propuesta vanguardista que sintetiza el antes y el después, sin abandonar lo raigal de su razón de ser, el Valle del Turbio sempiterno en su estro artístico.

El poeta español Antonio Machado (1875-1939), de una extensa y cautivante obra, está inmortalizado por su poema “Caminante No Hay Camino” que dice:

Caminante, son tus huellas

el camino y nada más;

Caminante, no hay camino,

se hace camino al andar.

Al andar se hace el camino,

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino

sino estelas en la mar.

Esta lirica pincelada de Antonio Machado nos invita a la reflexión sobre la vida y obra de Armando Villalón, pues la vida indudablemente es un camino que no está marcado, que nosotros, a medida que vamos recorriéndolo marcamos los pasos y el destino que tomará nuestra vida. Así nos lo patentiza Villalón, cuya biografía artística nos dice que la vida es aquello que nosotros vivimos, con alegrías y tristezas, con triunfos y con sueños frustrados que extingue con la última pincelada del arrebol, pero que la meta la ponemos nosotros mismos y es alcanzable cuando direccionamos todas nuestras energías, pensamientos y voluntades hacia la conquista de ese ideal, con honestidad y sinceridad, ya que la prosperidad sólo se logra a través del trabajo útil el noble ejemplo y el leal cariño.

 

Barquisimeto, domingo 26 de enero de 2025.

LA

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