Se cerca Junio el mes de los periodistas y en el Movimiento DECODE queremos recordar a un inteligente periodista quien con sus programas de radio y televisión y sus reportajes en El Informador dictó cátedras de buen análisis y ponderación objetiva del hecho político y humano ,nos referimos a Víctor Barranco Castillo.
Víctor Manuel Barranco Castillo fue un periodista de huella profunda en el estado Lara. Con éxito se paseó por distintos y controversiales escenarios mostrando siempre una inteligencia de gran vuelo que algunas veces podía ser halcón que atemorizaba y otra colibrí que dibujaba poesía buscando el néctar de flores ocultas en las sombras de cotidianos dramas sociales.
Empresario en el mundo de la comunicación fue dueño y director de periódicos, inventivo productor de noticieros radiofónicos, director y moderador de programas televisivos y también, saeteado por su condición de abuelo, excelente cronista de los silencios bochornosos que como sociedad mantenemos ante el infortunio de personas atrapadas en la desilusión vital.
Bien informa del nivel intelectual de Víctor Barranco su currículo donde registra ser licenciado en Comunicación Social egresado de la Universidad Católica Andrés Bello, una Maestría en Propaganda Política y Guerra Sicológica en la Universidad de Colonia Alemania, otra maestría en Florida Estados Unidos en Administración de Empresas y también una en el IESA sobre Mercadeo. En verdad es larga la lista de títulos académicos contenidos en su hoja de vida pero allí no consta que su impacto como comunicador social no se debe a la admiración por sus estudios sino a su puntería en tocar temas de plena vigencia, algunos de ellos preteridos por urgencias informativas pero que Víctor sabía colocar en primer plano al destacar su dimensión humana…
Pero en sus múltiples facetas como periodista y asesor comunicacional en campañas políticas y promociones de imágenes corporativas el muy inteligente colega no había mostrado con exactitud su talento como escritor, su virtud para usar la palabra y convertirla en cincel implacable mediante el cual talla esculturas cruentas y dolorosas de casos de la vida real que sin su pluma se hubiesen perdido a nuestra vista dentro del magma social que nos contiene y nos somete a calladas resignaciones.
EN VOZ BAJA
Los reportajes en Voz Baja que cada miércoles aparecieron en El Informador se convirtieron así en un despertar de la conciencia colectiva frente a la angustia solitaria que padecen quienes son víctimas de graves injusticias ocasionadas por la insensibilidad, .la prepotencia o simplemente la indiferencia, actitudes todas que contradicen y golpean los paradigmas éticos sobre los cuales pensamos y asumimos está montado el tinglado social al que pertenecemos.
Los textos de calidad literaria escritos por Víctor Barranco y recogidos para la posteridad en un libro del mismo título tienen como valor principal la oportunidad periodística pero transcienden la temporalidad porque contienen la universalidad de la condición humana. En ellos encontramos el fatalismo de la adversidad arrojando a los albañales la ilusión de personajes castigados por emboscadas del destino y en ese desentrañar de la impotencia de los débiles Víctor construye puentes literarios con el universo patético de O Henry.
Pero a diferencia de este escritor, cuentista y periodista norteamericano cuyo verdadero nombre era William S Porter, nuestro colega y paisano no se detiene en el simbolismo como lección de vida sino que increpa al lector desde la furia contenida de un militante de la vida que enfrenta el miedo y el dolor con los ojos abiertos al estilo de Hemingway.
LOS LÍMITES DEL PERIODISTA
Y al llegar a este punto del compromiso del escritor con la realidad de donde entresaca sus personajes , a quienes convierte en expresión de los muchos alter ego que pueblan su sensibilidad , es donde podemos comprender el acto creativo de Víctor Barranco quien no acude a la ficción para presentarnos personajes que nos permitan acceder al drama sino que trabaja con seres humanos concretos que él presenta desde un ángulo trágico definido con nitidez con ayuda de un lenguaje donde se confunden entrevistador y entrevistado.. De esta forma, sin modificar circunstancias, situaciones ni características propias de las victimas sociales que nos enrostra, construye un mosaico completo de sentimientos a partir de una descripción sin metáforas, solamente con la palabra hecha bisturí que sin desvíos desnuda verdades que por pudor solamente comentamos en voz baja.
A diferencia de los escritores que trabajan con personajes de ficción sobre los cuales tienen un poder demiúrgico como genialmente lo ejemplifica Unamuno en Niebla, los periodistas estamos constreñidos a respetar escenarios y protagonistas para no traicionar la credibilidad de nuestra profesión, pero no obstante podemos acudir al rol de interpretes que nos está permitido para de esta forma integrarnos a esa realidad que por humanos podemos vivir más allá del papel de testigos o espejos indiferentes.
En las muchas novelas que constituyen la Comedia Humana Honorato de Balzac nos entregó un amplio espectro de conductas orbitando éxitos esquivos, en cada uno de ellos estaba reflejado su anhelo personal por lograr un estatus que le sustrajera del sufrimiento social de sus personajes. Esta zona contigua entre ficción y realidad que nos permite llegar al autor mediante el análisis de sus hijos literarios nos habilita para intentar aproximarnos a ese Víctor Barranco que no inventa pero que si convive en acto de solidaridad humana con personajes transidos de dolor moral.
Entonces nos es licito presumir que detrás de este Barquisimetano nacido frente a la plaza Candelaria de Caracas y criado en Bararida , casado con la trujillana Neyla Soto Barroeta, padre de Víctor Manuel, especialista en informática y Carlos Alejandro periodista con maestría en la Universidad Complutense de Madrid , habita un angustiado poeta que buscó resolver enigmas ontológicos a través de miradas acuciosas hacia un dolor del cual no se es víctima pero si interventor por vía de una lucha existencial implacable.
Jorge Euclides Ramírez
Foto: Julio Colmenárez