Los abrazos son beneficiosos para todos. Con ellos no solo se incrementa el vínculo afectivo y emocional con otras personas, sino que además activan todo el cuerpo, mejorando la salud y provocando la felicidad.
Numerosos investigadores llegaron a la conclusión de que el abrazo perfecto debe durar, como mínimo, 20 segundos. “Los abrazos que socialmente nos damos suelen durar tres segundos, así que para sentirnos mejor debemos dar y recibir no solo más abrazos, sino más largos” afirma Veturián Arana, experto en bienestar aplicando el pensamiento cuántico.
Veturián Arana explica en detalle cuáles son sus beneficios, tanto a nivel emocional como físico. En primer lugar, señala que estos reducen los niveles de estrés y tensión.
Cuando abrazamos a una persona liberamos oxitocina, disminuyendo de esta forma la producción de cortisol y adrenalina, hormonas que se emiten en altas concentraciones cuando nos encontramos bajo una situación estresante. Tal y como explica Veturián Arana, “abrazar y ser abrazado nos une y nos relaja ofreciéndonos una sensación de paz, tranquilidad y seguridad”.
Además de la oxitocina, los abrazos liberan serotonina y dopamina, generando una gran sensación de bienestar y felicidad. Asociado a esto, también se mejora la autoestima, por lo que aumenta el buen estado de ánimo y energía.
“Tan solo se necesitan 20 segundos de abrazo para provocar todas estas emociones positivas en los seres humanos” afirma Arana y añade que “abrazar es regalar felicidad”.
Otro de los grandes beneficios de los abrazos es que estimulan la oxigenación del organismo, algo que ayuda a prolongar la vida de las células y, por tanto, prevenir el envejecimiento prematuro.
“Además, tampoco debemos olvidar que los abrazos fortalecen el sistema inmunitario al favorecer la creación de glóbulos blancos, las células encargadas de combatir infecciones y enfermedades”, apunta Arana.
Abrazar relaja, nos aporta tranquilidad, seguridad y confianza, disminuye el estrés, relaja los músculos y nos hace sentir bien. Todo esto, a su vez, contribuye a reducir el riesgo de padecer demencia.
Los abrazos activan unos receptores en la piel denominados corpúsculos de Pacini, que son los encargados de enviar las señales al cerebro reduciendo de esta manera la presión arterial. En definitiva, “para vivir más y mejor, no hay nada como dar y recibir abrazos,” concluye Veturián Arana.
Con información de ConSalud
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