Este martes 26 de octubre, la princesa japonesa Mako se casó con el plebeyo Kei Komuro, en una discreta ceremonia sin las celebraciones tradicionales. Con esta decisión perdió su condición real y adoptó el apellido de su esposo.
La mayoría de las mujeres japonesas deben abandonar sus apellidos al casarse debido a una ley que requiere que los matrimonios utilicen sólo uno.
“Para mí, Kei-san no tiene precio. Para nosotros, nuestro matrimonio fue una decisión necesaria para vivir de acuerdo a nuestros corazones”, dijo Mako en una conferencia de prensa televisada, en la que empleó un término de respeto para su esposo.
Komuro respondió: “Amo a Mako. Sólo tengo una vida y quiero pasarla con alguien a quien amo”. Expresó su esperanza de que Mako y él pudieran compartir sus sentimientos y animarse en tiempos felices y difíciles.
“Confío en tener una cariñosa familia con Mako-san y seguiré haciendo todo lo que pueda para proveer para ella”, dijo.
Mako, que cumplió 30 años tres días antes del enlace, es sobrina del emperador Naruhito. Ella y Komuro eran compañeros de clase en la Universidad Internacional Cristiana de Tokio cuando anunciaron en septiembre de 2017 que pretendían casarse al año siguiente. Sin embargo, dos meses después surgió la disputa financiera y se suspendió la boda.
Mako salió del palacio el martes por la mañana con un vestido azul claro y un ramo de flores. Ante la residencia familiar se inclinó ante sus padres, el príncipe heredero Akishino y la princesa heredera Kiko, y su hermana Kako, y después las hermanas se abrazaron.
La pareja no respondió a preguntas en la conferencia de prensa, porque Mako había expresado temor e incomodidad sobre qué podría preguntarse, indicó la agencia. En lugar de eso, respondieron por escrito a preguntas remitidas por la prensa con antelación, incluidas las referidas a las finanzas de la madre de él.
Mako se está recuperando de lo que médicos del palacio describieron este mes como una forma de estrés postraumático que sufrió tras ver la cobertura mediática negativa sobre su matrimonio, especialmente los ataques a Komuro.
La controversia giraba en torno a si un dinero que recibió la madre de Komuro de su exprometido había sido un préstamo o un regalo. El padre de Mako pidió a Komuro que aclarase el asunto y él escribió un comunicado defendiéndose, pero aún no estaba claro si la disputa se había resuelto por completo.
Komuro, de 30 años, se marchó a Nueva York en 2018 a estudiar derecho y no regresó a Japón hasta el mes pasado. Su pelo, largo y en una coleta, se percibió como una decisión osada para alguien que iba a casarse con una princesa en la tradicionalista familia imperial, y no hizo más que aumentar las críticas.
Mako había renunciado a la dote de 140 millones de yenes (1,23 millones de dólares) a la que tenía derecho por abandonar la familia imperial, según funcionarios de palacio. Es la primera integrante de la familia imperial desde la II Guerra Mundial que no recibe el dinero al casarse con un plebeyo, y decidió hacerlo por las críticas por su boda con un hombre al que algunos consideraban inadecuado para la princesa.