¡No es poca cosa !
Esta frase, acuñada como ¡grandiosa! y que fue pronunciada, efusivamente, por una dama representante de uno de los pueblos del sur y, tantas veces repetida por “algunos” representantes criollos, se magnifica en la situación en la cual nos encontramos los productores de café; y, ante la actitud de ciertos funcionarios, que aceptaron la responsabilidad de solucionar los graves problemas que nos exterminan, podemos “presumir” qué:
¡No es poca cosa! Obligar a un sector de la sociedad, que estuvo integrado por más de ochenta y cinco mil familias, a vivir en pobreza crítica por un lapso mayor a los veinticinco años.
Situación corroborada en partes médicos; en los cuales la han denunciado galenos de diferentes regiones del país. Habiéndola descrito “explícitamente” … desde el año 1999….
Desnutrición demostrada. Resultado del hambre critica, “supuestamente”, implementada por las políticas agrícolas desfasadas, irresponsables, ineficientes, e ineficaces que, “presuntamente” se han tratado de justificar con la solicitud de respeto a los espacios, con aumentos de precios que no han cubierto los costos de producción desde hace más de dos décadas.
Situación ésta, que fue plenamente demostrada, con la condonación de parte de la deuda, de los caficultores. Aceptándose entonces, que los caficultores tenemos ingresos insuficientes, que no permiten pagar los créditos; tratándose de justificar con la solicitud del compromiso de aumentar la productividad y renovar nuestras plantaciones, sin un objetivo cierto, evidenciado, por la crisis denunciada, una vez más, aun cuando este año debería ser optimo en producción y productividad de café. Como todos los años anteriores, así fue anunciado por altos funcionarios gubernamentales. ¿Hasta dónde se puede acorralar a quienes fueron guardianes gratuitos del ambiente y ahora son sus peores depredadores, por la siembra de maíz y caraotas para tener con que mitigar el hambre y/o por la tala y la quema incontrolada, en pos de los créditos otorgados en los “Planes Café” que les niega un ingreso (Salario) suficiente que les permita cubrir sus necesidades básicas, sociales, materiales e intelectuales (Art. 91-C. N. – 23 Declaración Universal de los Derechos Humanos.)
¡No es poca cosa! La estampida en retroceso que emprenden “algunos” representantes de los caficultores, de quienes “presumimos” qué, con fines politiqueros, y/o que van tras el manejo de los dineros, y/o de otros beneficios otorgados y en lugar de favorecer a los productores los endeudan más; estas personas se contradicen y, tal vez por una ignorancia in crescendo, aceptan costos de producción inadmisibles, aún a sabiendas (porque entre los caficultores hay abogados), de que se nos están violando nuestros Derechos Humanos, la Constitución, la Ley de Mercadeo Agrícola y la Sentencia sobre el Recurso de Amparo, tramitado ante el T.S.J….
Y qué, nuevas leyes confiscan nuestro derecho a la protesta.
Los primeros años de mi vida transcurrieron durante la dictadura del General Marcos Pérez Giménez; revolotean en mi mente los recuerdos de aquel tenebroso lapso, que a su vez, hacía reminiscencias con la recordada y muy comentada dictadura, de otro militar, conocido como el Benemérito (Digno de galardón, estimable, apreciable, digno, honorable, acreditado, distinguido, loable, laudable), Juan Vicente Gómez, quien “presuntamente” fue mejor calificado por los boinas azules (Estudiantes universitarios de 1.928), como “El Sátrapa” (Persona con gran poder) y, me parece irracional e ilógico que un país, como Venezuela, que ha sido ejemplo mundial, por sus logros independentistas y que ha combatido guerras de Federación y montoneras, con la democracia, esté siendo sometido a constantes disputas, y a una violencia constante, e indefinida, representada por la falta de combustibles (gasolina, gasoil, gas), de electricidad, destrucción de las infraestructuras responsabilidad del Estado, deterioro al máximo de los servicio públicos, salud, suministro de agua potables, transporte, destrucción del sistema educativo, entre otras tantas plagas de Egipto que destruyen la calidad de vida de los venezolanos.
Causa pena ajena la actitud de algunas personas que, con aparente probidad, pretenden manipular a la opinión pública con argumentos que hacen caer a unos cuantos ingenuos, y/o a “algunas” personas cuya dignidad es tan barata que la comprometen ante cualquier dádiva. La mejor prueba es lo que acontece con el sector café; este sector productivo es el ejemplo de lo que no se debe hacer, sin embargo, existen personas que engañan y se engolosinan ante las autoridades que le lanzan las migajas con las cuales sacian sus codicias.