La fe presente en Quíbor en la procesión 138 de la Virgen Altagracia < El Informador Venezuela
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La fe presente en Quíbor en la procesión 138 de la Virgen Altagracia

Quibor

Cantos y oraciones con profunda fe mariana se hicieron presentes en la procesión 138 de la sagrada imagen de la Virgen Nuestra Señora de Altagracia, patrona de Quíbor.

Fieles devotos coparon las calles de la capital del municipio Jiménez para acompañar a la santa patrona desde la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, santuario conocido como ‘La Ermita’ hasta la Plaza Bolívar. Luego de la santa misa salió la procesión en un recorrido de dos kilómetros 200 metros.

Cada año aumenta la asistencia de feligreses a la tradicional visita la ‘Caimana’, imagen milagrosa en la cual sus hijos confían plenamente.

Pago de promesas, ofrendas, se observaron a lo largo del recorrido realizado mientras el júbilo protagonizaba el piadoso acto.

Harry Lozada, devoto de la Virgen de Altagracia, expresó su fe y abnegación: «Me ha concedido muchos milagros, primeramente la salud; hace cinco años tuve quemaduras de tercer grado con agua caliente, y cayó en la mitad de mi cuerpo fue un momento fuerte, sin embargo, mi corazón se activó, le pedí que me sanara las heridas y me sanó. Hoy en agradecimiento, la camino con mucho amor».

 Durante la procesión número 138, habitantes de Quíbor dieron a conocer diversos testimonios sobre los favores de la santa imagen. María Isabel de la Cruz reveló detalles: “Le he pedido consejos, discernimiento y ella a través de sueños se me ha presentado diciéndome qué hacer, cómo tomar el control de lo que ha pasado y gracias a mi Virgencita he tomado sabias decisiones en mi vida».

Al menos 350  funcionarios estuvieron desplegados para garantizar el normal desarrollo de este acto de fe. “

Se mantiene presente cada año la historia de un habitante de Quíbor, salvado por la Virgen. Se dice que  el personaje  viajó al llano y en un momento determinado  fue atacado por un caimán. Al verse en peligro y por el temor expandido, su mente se bloqueó y no recordó el nombre de la Virgen Altagracia, por tanto comenzó a exclamar: ¡Caimana! ¡Caimana! Por favor, sálvame. Tras regresar a Quíbor narró lo ocurrido y la divina intervención de la Virgen de Altagracia, a quien los feligreses comenzaron a llamarla cariñosamente la ‘Caimana’.

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