En lo que vino a ser una de las fechas, si no más emblemáticas, sí muy significativa de la llamada cuarta república, se encuentra el 27 de febrero del año 1989, de la que este martes se cumplen 35 años.
Y mencionamos esa fecha porque fue cuando se iniciaron una serie de violentísimos disturbios, inicialmente en Guarenas, Estado Miranda, es decir, muy cerca de la capital de la república.
Pero, muy rápidamente, los disturbios se extendieron hasta Caracas, en lo que constituyó una verdadera explosión de ira popular.
¿Y por qué…? Pues sencillamente porque se trató de un pueblo que ya estaba cansado de ver cómo pasaban los años y las décadas en el sistema democrático representativo establecido en el año de 1958, pero todo ello sin que se resolvieran en absoluto los gravísimos problemas sociales del país.
Antes por el contrario, esos problemas parecían crecer cada vez más, con el agravante –y eso era lo que la gente no acertaba a entender- de que nos contábamos entre los primeros cinco países más ricos el mundo en cuanto a recursos naturales, especialmente la abundancia petrolera.
Valga destacar que tales disturbios estallaron como un polvorín como una inmediata consecuencia de un paquete de medidas económicas puesto en práctica por el recientemente instalado gobierno de Carlos Andrés Pérez, por cierto, en su segundo mandato.
Antecedentes
Efectivamente, en diciembre de 1988, Pérez había ganado abrumadoramente la presidencia de la república con el 52 por ciento de la votación, como abanderado de su partido, Acción Democrática.
Y, por si fuera poco, hacía menos de un mes que el mandatario tachirense había tomado posesión de su cargo, por cierto, en una fastuosa ceremonia que muchos calificaron como ”una coronación…”, y a la cual había asistido hasta el propio líder cubano, Fidel Castro.
De allí que ello también fuera motivo para que los disturbios tomaran por sorpresa a todo el mundo, incluso al gobierno mismo.
Como antes se indicó, se trató de un paquete de medidas económicas en las cuales se afectaba –supuestamente para mejorar la economía, ya bastante carcomida por la inflación- todo el aparato productivo del país.
De igual forma, se establecían impuestos y restricciones en diferentes áreas de la producción.
La gota que rebosó el vaso
Pero lo que tal vez fue la gota que rebosó el vaso lo constituyó el incremento del 30 por ciento en el precio de la gasolina, con la autorización a los transportistas incluso para que aumentasen los precios de las tarifas de los pasajes urbanos e interurbanos.
Únicamente faltaba el detonante, y ése lo fue la puesta en práctica del referido paquete económico.
El estallido…
En Guarenas, en un principio –bien temprano en la mañana- sus habitantes comenzaron a protestar, más que todo a gritos, contra el incremento de las tarifas del transporte urbano y suburbano, que comenzaron a regir justamente desde esa misma fecha.
Rápidamente, y antes del mediodía, las protestas se habían extendido a Caracas, pero, ya en la tarde, toda la capital era un hervidero por todos lados, al par que se iniciaban los saqueos de diferentes establecimientos comerciales, y en algunos casos acompañados de incendios.
Esta situación de extrema violencia se prolongó durante cuatro días continuos, y su foco central fueron Caracas y Guarenas, aun cuando también hubo una que otra protesta en La Guaira, San Cristóbal, Valencia, Maracay, Mérida, Ciudad Guayana, Maracaibo y Barquisimeto.
El Plan Ávila
En cuestión de pocas horas, el gobierno nacional se vio desbordado por la furia de los manifestantes, por lo cual el propio presidente Pérez ordenó la ejecución del denominado Plan Ávila.
Esta medida prevé el lanzamiento de las fuerzas militares a la calle, para resguardar el orden público en caso de que los organismos regionales regulares de seguridad sean superados por los hechos.
Por supuesto, estas protestas, que constituyeron una verdadera rebelión popular, fueron reprimidas a sangre y fuego.
Y de ahí el resultado: Las cifras oficiales para el momento admitieron unos 300 fallecidos en la represión.
Sin embargo, otras cifras hablan de mil muertos, e incluso, algunas otras los colocan en hasta 3.000.
Paralelamente, el primer mandatario nacional, decretó la suspensión de algunas garantías constitucionales, a la vez que igulamente, decretaba un toque de queda durante 10 días.
El gobierno retrocedió
Una vez sofocada la rebelión, el presidente Pérez se vio forzado a echar para atrás tales medidas económicas, y, sabedor, por lo ocurrido, del enorme descontento popular que ya se había generado contra él, decidió ampliar la base política de su gobierno, reorganizando el gabinete ejecutivo.
En esa reorganización, varios dirigentes del Partido Social Cristiano Copei ingresaron al gobierno.
Ojalá, de todas maneras, que no vuelva a producirse en Venezuela una situación como la ya vivida durante esos cuatro días continúos que comenzaron el 27 de febrero de 1989, que el lenguaje popular venezolano llamó como el ‘Caracazo’.
Reinaldo Gómez