A finales de marzo surgió un fenómeno extraordinario que dejó a la comunidad científica totalmente descolocada. Se detectaba un agujero de enormes dimensiones en la capa de ozono en el Polo Norte (Ártico).
A principios de abril la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) confirmó su existencia empleando datos del satélite Sentinel-5P de Copernicus. Aunque, no era un fenómeno aislado porque ya se habían producido ‘miniagujeros’ sobre el polo norte en otras ocasiones, si era inédito su tamaño (un millón de kilómetros cuadrados) y su duración.
La principal teoría que explica su formación pasa por unas condiciones atmosféricas poco habituales. Según los científicos, unas temperaturas inusualmente gélidas en la estratosfera han hecho que se desplomen los niveles y se abra este agujero en la capa de ozono.
Normalmente las temperaturas mínimas en el Ártico tiende a ser menores que en la Antártida porque no se alcanzan niveles tan extremos. Pero, este año unos potentes vientos alrededor del polo norte atraparon aire frío, este fenómeno se conoce como ‘vórtice polar’.
Ahora, después de un mes, este agujero se ha cerrado. El motivo de su desaparición no tiene nada que ver con la reducción de la contaminación que ha permitido el confinamiento, sino más bien a una ‘ola de calor’.
El Ártico ha experimentado un aumento de las temperaturas esta semana, con hasta 20º C por encima de las temperaturas normales para esta época del año.
Según el equipo del Servicio de Vigilancia de la Atmósfera de la red europea Copernicus, el agujero no volverá a formarse, a pesar de que está previsto que el ‘vórtice polar’ vuelva a reforzarse en los próximos días.
”El agujero de la capa de ozono del hemisferio norte en el año 2020 es definitivamente un evento que bate récords”, explica la científico de Copernicus, Antje Inness.
¿Cómo se formó este agujero anormalmente grande?
Durante los meses de invierno, cuando las temperaturas suelen ser extremadamente frías, ambos polos sufren un agotamiento del ozono. Para que se forme un agujero de ozono se deben alcanzar temperaturas por debajo de -80 °C, luz solar, campos de viento y sustancias como los clorofluorocarbonos (CFC).
Este año unos potentes vientos alrededor del polo norte atraparon aire frío en lo que se conoce como un “vórtice polar”: un ciclón de vientos estratosféricos.
”Es muy inusual que ocurra una reducción del ozono tan fuerte en el hemisferio norte, pero el vórtice polar de este año fue excepcionalmente fuerte y persistente, y las temperaturas fueron lo suficientemente bajas como para permitir la formación de nubes estratosféricas durante varios meses” apunta Antje Inness.
Fuente: La Vanguardia