Para Antonio Ledezma, exalcalde “reincidir en el error de entablar un diálogo con artífices de una narcotiranía, no solo es una ingenuidad, sino un craso error que puede significar más muertes para Venezuela”.
Considera que “hay que partir de la caracterización que ya es prácticamente universal, según la cual Maduro es un tirano y los tiranos usan el diálogo como un ardid para ganar tiempo, entrampando a sus interlocutores, eso fue lo que hicieron en el año 2003, teniendo a los expresidentes Gaviria de Colombia y a Jimmy Carter de USA, se tragaron los acuerdos, se burlaron de los documentos firmados y profundizaron la represión, el control de los medios y fortalecieron a los grupos armados», aseguro Ledezma.
P.- ¿Sin embargo la oposición volvió a dialogar durante el proceso de La Salida?
R.- Si, se tropezaron con la misma piedra, algunos advertimos que eso sería fatal para la lucha de calle que había tomado dimensiones importantes para encarar los desmanes de la tiranía madurista. ¿Y qué paso? Pues, que Maduro repitió la misma dosis durante el frustrante diálogo del 10 de abril de 2014, eso fue un show de tv, que solo sirvió para que Maduro entretuviera a la dirigencia opositora, mientras desmantelaba las protestas de calle que respondieron al llamado que hicimos del movimiento La Salida junto a María Corina y Leopoldo propusimos al país.
P.- ¿Entonces, por qué insisten en dialogar si saben que no cumplen?
R.- La verdad que llama la atención que se vuelva a tomar ese atajo, porque la ruta que se trazó el régimen durante el año 2016 fue correr la arruga, ganar tiempo era vital para Maduro y su pandilla, mientras pasaban los meses y la oposición perdía la euforia que se desato a raíz de la gran victoria parlamentaria de diciembre de 2015. Algunos volvimos a ser la manzana de la discordia, cuando de nuevo nos opusimos al fulano diálogo que tenía como moderadores a Zapatero y a Samper, ambos claramente parcialidades con la dictadura, eso fue más que un error, eso fue un traspiés que nos costó sangre, sudor y lágrimas. Fue tan descarado el comportamiento del régimen que hasta el Papa Francisco reaccionó públicamente, reprochando la burla de Maduro y sus voceros.
¿Qué es lo que ha influido en esas estrategias asumidas por la oposición?
R.- Ahí se pueden ver muchos rasgos de ingenuidad, de errores, de malicia o sombras sórdidas, porque que se equivoquen unos novatos, bueno uno diría «se dieron un portazo», ¿pero, qué repitan el error dirigentes veteranos?, eso es muy alarmante. Lo de Dominicana estaba más que cantado, estaba clara la táctica madurista, ellos querían sacar del juego a Almagro y a la OEA, distraer a la gente, para que se desinflara la protesta de calle, usaron los presos políticos como rehenes, como fichas de cambio en las mesas de negociaciones, mientras sentaban a la dirigencia por otro lado la desprestigiaban perversamente. Esa es la verdad. Lo de Dominicana fue un acto de impericia política que representa una era de muerte y dolor para Venezuela.
¿Qué hubiese hecho Ud.?
R.- Lo primero es saber colocar las cartas adecuadas sobre la mesa, comenzando por la verdad, nada de escondrijos, decirle la verdad a la gente y así impedir que se enterara por otras vías sorpresivas. Otra cosa es tener moderadores confiables, como Felipe González o Pastrana o Tuto Quiroga. Otra cosa, una sede confiable para todos, Dominicana tenía intereses económicos por la deuda contraída con Venezuela y su marcado interés en negociar una refinería.
También era fundamental tener una agenda de peticiones intraficable, fue un error no plantarse con exigencias que no se podían entregar, como la libertad de los presos políticos, la ayuda humanitaria, las elecciones soberanas, el juicio político a Maduro, recuperar las potestades de la Asamblea Nacional, entre algunas metas. Pero nada de eso se logró, por el contrario se perdió todo, se entregaron las banderas de lucha de calle y por eso la gente se desmotivo.
¿Y ahora qué es lo que pasa con Noruega?
R.- Que se repite el error. Primero hay mucha confusión que genera incertidumbre. Primero se niega el dialogo, luego se admite, mientras tanto Maduro repite su dosis de veneno, sacándole punta a las reuniones, publicitándolas, porque sabe que eso es como darle una patada en el estómago a la ciudadanía que esta engrinchada con esos diálogos fallidos. En segundo lugar, tenemos claro que la agenda tiene como punta de lanza el fin de la usurpación y la gente no entiende cómo se puede negociar con el tirano a menos que sea para que realmente se vaya. Otra cosa es que Noruega es uno de los gobiernos que no ha reconocido a Guaidó como presidente legítimo.
¿Pero Guaidó ha dicho que no se negocian elecciones?
R.- Si, eso está bueno de parte de Guaidó, que despeje dudas, pero hay que comprender que la ciudadanía tiene apremios cuando se asoma la carta de unas elecciones pactadas, aunque Guaidó lo ha negado, pero tiene en la memoria la imagen de que se decía lo mismo cuando se dialogaba en Dominicana, se aseguraba que jamás iríamos a elecciones regionales y eso fue lo que se hizo, lamentablemente, días después del clamoroso plebiscito.
¿Qué sugiere?
R.- Tomar en cuenta lo que han dicho desde el Grupo de Lima, lo que también se ha afirmado en la OEA y en el departamento de Estado de USA, nada de elecciones, lo que corresponde es finiquitar la última página de esta usurpación.
Es clave reconcentrarnos en la ruta con los tres pasos que la gente repite de memoria y con fe: Fin de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Sí eso se altera, se rompe el ritmo de lucha y eso es lo que buscan Maduro y sus asesores cubanos. También pienso que hay que consolidar una estrategia compartida, Guaidó debe ser presidente de todos, no jefe de un grupo, el sectarismo es nocivo, la estrategia debe ser parte de una visión compartida.
Fíjese que me pareció muy delicado que Julio Borges, embajador ante Grupo de Lima designado por Guaidó declaró que no sabía nada de Noruega, que no estaba de acuerdo, eso es malo, muy malo, porque si no hay una línea coherente se pierde fortaleza.
¿Qué siente por Guaidó?
R.- Admiración, pero eso no evita que hable lo que creo correcto decir, no soy miembro de un club de fans, soy un dirigente político, y Guaidó es nuestra esperanza, si falla, perdemos todos y esa carta hay que saberla jugar para asegurar una gran victoria. A Guaidó lo respaldo, pero creo que se han cometido errores, se lo he dicho en privado, y mi responsabilidad es advertir en vez de luego salir a darme golpes de pecho por lo que no se advirtió a tiempo. Guaidó debe tener claro que Maduro es el jefe de una mafia que mientras manda a sus compinches a Noruega, deja morir a niños que requerían de un trasplante de medula, fabrica metralletas mientras la gente se muere de hambre, entrena sicarios en campos de formación de escuadrones mientras no hay luz, ni agua, ni equipos de salud en hospitales, que habla de dialogo mientras tortura al periodista Medina, tiene desaparecido al diputado Zambrano y al Gral. Baduel. En definitiva para Maduro es ganancia marear a la comunidad internacional exhibiendo un falso talante dialoguista mientras descuartiza a la asamblea Nacional, reseña Informe 21/NP.