Técnicos en mantenimiento Aeronáutico, psicólogos y abogados son algunas de las personas que se han visto obligados a incursionar en el mundo del comercio informal como un salvavidas para poder subsistir diariamente.
Desde que inició la pandemia el aumento excesivo de comercios informales en la ciudad ha sido significativo y algunos de los comerciantes son profesionales que quedaron sin empleo, subsistiendo con un sueldo mínimo o en el libre ejercicio y tuvieron que recurrir a esta opción.
El centro de Barquisimeto es donde más se acentúa este tipo de comercio. En una esquina de la zona, una pequeña familia abre a diario un puesto de perros calientes, el dueño, quien prefiere mantener su identidad en anonimato, es Técnico en mantenimiento Aeronáutico.
Su madre, explicó que la empresa para la que trabaja el profesional, pausó sus actividades a raíz de la pandemia y el personal tuvo que volver a casa, con un sueldo mínimo «para aguantar la cuarentena, pero lamentablemente este sueldo no alcanza para nada. Por lo que se asoció con una amiga que es abogada en el libre ejercicio y juntos abrieron dos puestos de perros calientes», dijo.
«Mi hijo es profesional, con mucho esfuerzo su papá y yo le pagamos la carrera, le iba bien pero con esto de la pandemia, tuvo que aprender este oficio. No se gana mucho pero es más rentable que un sueldo mínimo», resaltó.
Sin embargo, la madre del técnico hace énfasis en que «debe estar ganando lo que exige su trabajo, porque para eso se graduó. Para eso estudió y se preparó. Es lamentable que en Venezuela los profesionales ganen tan poco y tengan que recurrir a este tipo de actividades. Lo hacemos honesta y orgullosamente pero no es lo justo. Y esto no sólo ocurre por el tema de la pandemia, también es por la situación país«.
También, hay otros casos como el de Juan Gómez, quien es Psicólogo pero que ante la necesidad y la crítica situación económica, empezó a vender Chicha en las calles de Cabudare. «No es lo que esperé, yo quería ejercer únicamente mi carrera pero lamentablemente no se gana bien. Hay días en lo que no tengo ni una consulta. Por eso vendo chicha, no gano mucho pero es algo extra que me ayuda», dijo.
Aunque la mayoría de estos comerciantes no son profesionales, sí es cierto que son personas desempleadas que ante la necesidad han salido a las calles a ganarse la vida. Muchos reclaman el atropello y violencia de las autoridades «pero aún así, seguimos trabajando, necesitamos comer, pedimos más respeto a nuestros oficios, es mejor que estar robando», dicen.
Eliagnis Mora
Fotos: Daniel Sosa