El presidente de EE UU, Donald Trump, confirmó este sábado 26-S la designación de la jueza conservadora Amy Coney Barrett para el Tribunal Supremo e instó a la mayoría republicana del Senado a confirmarla cuanto antes, pese a que los demócratas quieren aplazar el proceso hasta después de las elecciones de noviembre.
En la misma jornada, el candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, pidió al Senado -de mayoría republicana- que no confirme a Barrett antes de que se conozca el resultado de las elecciones de noviembre.
Sin embargo, Trump a aludido directamente a esa mayoría al agradecerles su compromiso para garantizar que el proceso de confirmación de Barrett se desarrolle de manera «justa» y «oportuna».
La postulación de Trump fue recibida con aplausos por parte del centenar de personas que acudieron al acto celebrado en la Casa Blanca, donde también urgió a los demócratas «brindar a la jueza Barrett las audiencias respetuosas y dignas que se merece» y pidió a los medios de comunicación que se abstengan de hacer «ataques personales».
Barrett, por su parte, aunque es la antítesis de la fallecida jueza progresista Ruth Bader Ginsburg, la alabó por haber roto los «techos de cristal» impuestos sobre las mujeres y prometió que tendrá presente el legado de quien «ha ganado la admiración de las mujeres de todo el país».
Biden insiste
Biden considera que no es el momento de elegir a un nominado para la máxima corte del país, a solo 38 días para las elecciones presidenciales de noviembre.
Argumentó que es hora de «oír» las voces de los electores, que en algunos estados ya han empezado a votar de manera anticipada. Asimismo, sostiene es el nuevo presidente electo quien elija a un sustituto para la Corte.
El contexto de Barrett
El Tribunal Supremo de EE.UU. está conformado por nueve jueces con puestos vitalicios y poder de cambiar las leyes del país durante décadas. Juegan un papel crucial en temas como el aborto, los derechos de los migrantes, la privacidad, la pena de muerte y la tenencia de armas.
Por ejemplo, Barrett, a diferencia de Ginsburg, diferían en el sensible tema del aborto. La fallecida jueza protegió ese derecho a toda costa, mientras que la postulada se ha posicionado en varias ocasiones a favor de restringirlo.
Sin embargo, Barrett no ha llegado a decir si se pronunciaría a favor de anular el fallo judicial de 1973 con el que el Tribunal Supremo legalizó en la práctica el aborto en EE.UU.
El aborto es un tema que moviliza especialmente a la derecha cristiana de EE.UU., una pieza clave de la base electoral de Trump, de cara a las elecciones de noviembre, analiza EFE.
Además de esa afinidad, Trump promueve a Barret porque, desde su llegada a la Casa Blanca en 2017, ha conseguido colocar a otros dos conservadores en el Tribunal Supremo: Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh, logrando que la balanza se incline a favor de éstos, en proporción cinco jueces conservadores contra tres progresistas.
La decisión del Senado
Los magistrados son nombrados por el presidente y, luego, deben ser confirmados por el Senado.
Aunque el republicano Mitch McConnell, líder de la Cámara Alta, se ha comprometido a someter a voto a la candidata de Trump para el Tribunal Supremo, y los demócratas no quieren que se celebren audiencias para confirmarla, su poder en esa instancia es poco.
Si Barrett es ratificada por el actual Senado de EEUU, Trump consolida arrolladoramente la ventaja de los conservadores, quienes tienen mayoría en la corte desde 1972.
En 2016, cuando otra muerte dejó una vacante en el Supremo, McConnell ignoró al sustituto elegido por el entonces presidente Barack Obama y ni siquiera programó una votación al respecto, con el argumento de que no tenía sentido aprobarlo en un año electoral.
FOTOS: AP
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