La «maison» Chanel se refugió este martes en el claustro de la Abadía de Aubazine, reconstruido en el monumental Grand Palais de París para su desfile de alta costura, en homenaje a los recuerdos de infancia de la creadora de la marca, Gabrielle Chanel.
La estética monacal impregnó la colección primavera-verano 2020, que estuvo cargada de vestidos fluidos en la clave bicolor blanco y negro, un guiño a la vestimenta de las religiosas que influyó en la sobriedad que caracterizó el estilo de Mademoiselle Chanel.
Entre sábanas colgadas de tendederos, un jardín salvaje con huerto y auténticas plantaciones de tomates y lechugas, hiedra y romero se extendió por la nave central del Grand Palais, rodeando a una sencilla fuente de piedra que conformaba el decorado.
La modelo italiana Vittoria Ceretti abrió el desfile con un vestido recto por encima de la rodilla con manga larga en «tweed», el tejido por excelencia de la casa, cuyo dibujo se difunde entre cuadros blancos y negros.
Esta fue la tónica general de la temporada, donde dominaron vestidos que parecían más bien uniformes escolares, faldas ligeramente tableadas con chaquetitas abotonadas, cuellos marineros bordados con pedrería y encaje sobre piezas de «tweed» sobrias, en líneas generales, con discretos decorados de pedrería y brillantes.
Viard no dejó mucho espacio para la fantasía que suele aportar la alta costura, y pese a las referencias del decorado la línea fue mucho más terrenal de lo que Lagerfeld acostumbraba a presentar en sus casi 40 años de trabajo en Chanel.
La creadora, que fue su mano derecha durante 30 años, sigue apostando por la modestia, ha dejado de lado los grandes accesorios y el huerto de este martes parecía un juego infantil frente a aquella nave espacial que Lagerfeld introdujo en el Grand Palais, aquellas playas salvajes o la estación de esquí del último prêt-à-porter que creó para la «maison».
Al margen de los trajes monacales, la colección incluyó una serie de vestidos con encajes de Chantilly en blanco y negro, confeccionados con escote palabra de honor, faldas rectas alargadas mediante tules transparentes bordados con pedrería y vestidos tipo gabardina con cuello mao y abotonados hasta el cuello.
Con información de www.asilovecamila.com