Me sorprende ver y leer a todos los «progres» celebrando la llegada de Kamala Harris a la Vicepresidencia de los Estados Unidos; me asombra verlos emocionados, casi extasiados y a punto de un orgasmo al observar a la demócrata acceder a esa instancia de poder.
Se ufanan de ser un logro del feminismo y de la lucha de los Derechos Civiles; levantan las banderas – incluso aquí en Venezuela – de las conquistas del progresismo internacional. Lo cual me causa demasiada risa.
A los «progres» se les olvida, que han sido los sectores conservadores los que han ensalzado más a las mujeres a los espacios de decisión y de poder; se les olvida que el Partido Conservador inglés llevó a Margaret Thatcher al número 10 de Downing Street, residencia del Primer Ministro Británico.
Se les olvida que Ángela Merkel, la actual mujer más poderosa de Europa, fue escogida por el Partido Demócrata Cristiano alemán (centro-derecha) para ocupar la Cancillería Federal de Alemania.
Se les olvida que la croata Kolinda Grabar-Kitarović fue la líder de su país y de su partido el conservador Unión Democrática Croata; y si quieren un ejemplo más tropical deben recordar a Laura Chinchilla quien fue presidente de la República de Costa Rica por el Partido Liberación Nacional de corte centro-derechista.
Y no puedo dejar de mencionar a María Gloria Macapagal y Macaraeg de Arroyo presidenta de Filipinas encabezando una coalición de movimientos y partidos políticos de Derechas. ¿Entonces? ¿Es algo sorprendente lo de Kamala Harris y los Demócratas? Obviamente que no.
Y, por favor, tenemos que recordar que el tan odiado por los «progres» el expresidente de los Estados Unidos, el republicano George Bush, nombró a una mujer negra como Condoleezza Rice para la Secretaria de Estado, diría el finado Óscar Yánez «chúpate esa mandarina».
Lo cierto es que no tienen mucho que ufanarse, la derecha ha hecho más por encumbrar a las mujeres que la misma izquierda; además es más que notorio que los discursos y tendencias feministas no son herramientas para el reconocimiento de las mujeres, sino un proceso de desculturización del valor de la mujer, y de usar supuestas luchas reivindicativas con la intencionalidad de dividir a la sociedad entre hombres malos y mujeres buenas.
Como se agotó – en buena parte del mundo – la división de clases sociales, pobres versus ricos, pues nunca antes en la historia de la humanidad los trabajadores vivieron mejor (salvo en Venezuela donde viven peor y valga la ironía en un país socialista), ahora optaron por dividir las sociedades entre hombres y mujeres, entre heterosexuales y homosexuales, entre pro-abortistas y pro-vida; es decir, utilizan a las mujeres para sus fines políticos.
Gracias a Dios – y lo digo con todas sus letras – las venezolanas son tan inteligentes, tan bellas, tan conscientes de su valor real que no necesitan que venga ningún feminismo a afear a nuestras connacionales con sus discursos de odio, resentimiento y muerte.
¡Para mí el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!
José Dionisio Solórzano / www.dionisiosolorzano.blogspot.com / @jdionisioss