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Guaidó: A las 3 de la mañana tocaron la puerta, y pensé: ‘me vinieron a buscar, llegó la dictadura’

Habla el líder de la oposición en una entrevista exclusiva para la revista BOCAS de EL TIEMPO DE COLOMBIA

Juan Guaidó mira todos los días desde su oficina unas fotos del Palacio de Miraflores, la sede del gobierno en Venezuela. El edificio, donde despacha Nicolás Maduro, está en el centro de Caracas, varios kilómetros al occidente de la sede de Guaidó, situada en una torre ejecutiva de aspecto sobrio. Pero allí, sobre su escritorio, el político de 36 años conserva un libro con fotografías del Palacio donde espera vivir y despachar en el corto plazo. Las imágenes, de página completa y a todo color, son un amuleto que le indica cuál es su objetivo. Pero también, cada mañana, ese Miraflores de papel le recuerda que su presidencia sigue siendo simbólica.

Pasa el tiempo, y hay un desgaste de su figura como líder. También es evidente y está medido el desgaste de la gente.

¿Cómo administra la desesperanza?
Tengo una ventaja: yo soy de La Guaira. Soy fanático de los Tiburones de la Guaira, un equipo de béisbol que tiene 30 años sin ganar. Sin embargo, nos mantenemos militantes de la fe y de la esperanza.

¿Y la desesperanza de la gente?
La frustración es un tema latente. Nuestro trabajo es generar certezas, esa es la parte complicada en medio de esta incertidumbre que la dictadura convirtió en algo cotidiano. He hablado con familias cuyos hijos se han ido caminando durante semanas hasta Perú. En Colombia tenemos también a muchos venezolanos. La normalidad en Venezuela se convirtió en una urgencia. Cuando uno tiene una urgencia, ¿qué hace? Lo que sea necesario para resolverla.

¿Existe aún la posibilidad de una intervención militar en Venezuela?
Nosotros estamos pagando los costos de la guerra sin haberla tenido. Hoy, Colombia está sufriendo los embates de una guerra que no existió en Venezuela. Tenemos los indicadores terribles de una guerra, pero sin ella. Aquí ya existe una invasión: de los cubanos, de los rusos, de grupos irregulares como las disidencias de las Farc y el Eln, al que le permiten explotar nuestros recursos y contrabandearlos hacia Colombia. Pero de esa invasión no se habla, y me parece hipócrita. Este dilema no puede ser visto como un dilema de guerra o paz; el dilema es cómo se soluciona el conflicto de la mejor manera en Venezuela. Colombia ha sido absolutamente solidaria con nuestra situación, y nos unen lazos históricos. A Colombia, además, le conviene que Venezuela se recupere, porque es su primer socio comercial. Lo que ha hecho Iván Duque con el caso venezolano es acertado y noble, pero además, inteligente.

Si tuviera que repetir lo que hicieron en la frontera con Cúcuta, ¿lo repetiría o probaría otro modo?
Lo repetiría, sin duda, y buscaría mejores mecanismos para que ingresara más ayuda. Tenemos siete millones de venezolanos en emergencia humanitaria compleja. Y a esos hay que sumar todos los que están fuera del país.

¿Podría explicar sus fotos con miembros de ‘los Rastrojos’?
El impacto de eso en Venezuela fue nulo. ¿Por qué? Porque aquí se entiende la vulnerabilidad que existe hoy no solo en la frontera, sino en muchos sectores del país tomados por el hampa. Ahí, lo que pasó es que el Gobierno venezolano bloqueó la frontera para tratar de impedir el ingreso de la ayuda humanitaria, y nosotros salimos por el lugar que pudimos sin conocimiento de cuáles sectores están bajo el dominio de quién en torno a la frontera. Lo cierto es que esos señores están presos en Colombia, como tienen que estar. La verdad, no tenía idea de quiénes eran. Yo atravesé por un lugar que era el único posible para poder llegar a Colombia.

¿Cree que todavía hay músculo de protesta en la gente?
¡Sin duda! Estamos en una sociedad más desgastada por la situación crítica que vivimos; llevamos años en esto. Pero hoy, el dilema en Venezuela es existencial. El dilema es por la propia existencia de la república y de sus ciudadanos. Una y otra vez nos han exigido como sociedad. Durante mucho tiempo, la comunidad internacional vio esto con buenos ojos: le parecía un socialismo simpático. Y trataron de ver esto como un tema de izquierdas y derechas. Y lo advertimos desde siempre: este no es un tema de ideologías; es un tema de derechos fundamentales.

¿Cómo es su rutina?
Bueno, siempre ha sido muy laboriosa, desde que tenía que levantarme a las 4 de la mañana para ir a la universidad. Todos los semestres hice cursos de verano para tratar de adelantar lo máximo posible. Trabajaba en vacaciones. Durante los semestres no me daba tiempo porque era una carrera muy exigida. Siempre he tenido una dinámica bien activa. Obviamente, en esta emergencia que estamos atravesando, mucho más. Estamos en una situación totalmente atípica: un presidente encargado en dictadura, reconocido por 60 países. Pero, aun así, el régimen de facto controla mucho el gobierno, entre comillas. Y digo entre comillas porque hoy ya no gobiernan. No ha habido un acto de gobierno real en el último año y medio. Maduro ya no gobierna; es un prisionero del poder.

La inmensa presión que ustedes han generado contra el chavismo todavía no produce el desenlace. ¿Qué nuevas estrategias quedan?
Primero, presionar a la dictadura. Vienen más acciones de calle. Y se pueden esperar más sanciones.

¿Por qué no lo han metido preso?
Porque es muy costoso políticamente para ellos, todavía. Digo todavía porque ese riesgo estará siempre latente.

¿Y cómo se prepara para la cárcel?
El día que secuestraron a Roberto Marrero, mi jefe de despacho, yo estaba solo en mi casa. Mi esposa se había ido de gira por Chile, Perú, Estados Unidos. A las 3 de la mañana tocaron la puerta, y pensé: “Me vinieron a buscar, llegó la dictadura”. Pero no; venían a avisarme lo de Roberto.

A las 3 de la mañana tocaron la puerta, y pensé: ‘me vinieron a buscar, llegó la dictadura’

Juan Guaidó

Usted ya ha asumido ese escenario como uno de los posibles.
Sin duda. Nosotros hemos pasado por el escenario de perder la vida en este rol.

¿Usted ha considerado competir por la presidencia?
En esta etapa ese es un debate extemporáneo, porque mi rol ahora mismo es de articulador. Pero lo evaluaría llegado el momento.

¿Cómo espera que lo recuerde la historia de Venezuela?

Como un servidor público que no solo lo intentó, sino que logró recuperar la democracia y la dignidad para su país; que ayudó a sanar la nación. En definitiva, que me recuerden como un servidor de Venezuela.

POR SINAR ALVARADO
FOTOGRAFÍA ALEJANDRO CEGARRA 
REVISTA BOCAS – EL TIEMPO COLOMBIA
EDICIÓN 90. OCTUBRE – NOVIEMBRE DEL 2019

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