Ya estamos en cosecha. Y…¿El precio ?
A principios de 2022, el precio del café arábiga (60% de la producción mundial) se fue por las nubes. Llegó a estar a más de 239 dólares por quintal, aproximadamente, en el mercado de materias primas de Nueva York. En noviembre de 2023, el precio cayó hasta 129 dólares por quintal, aproximadamente. Años antes, en 2018 y 2019, su valor ya se había desplomado por debajo de 96 dólares por quintal.
“Es como un ataque al corazón”.
Así describieron la situación los responsables de café en Fairtrade International, la principal organización de comercio justo del mundo.
El café es la segunda bebida más consumida en el mundo después del agua; unos 2.000 millones de tazas al día. Se cuenta que la metáfora cardiaca adquiere a veces un sentido literal.
“Se han conocido casos de agentes financieros que han sufrido infartos por los cambios de la situación financiera del café. Se asegura que es una locura totalmente impredecible”.
Poco importan los vaivenes del mercado de Nueva York o de Londres, donde se intercambia la variedad robusta, un 40% del mercado global. Directivos de empresas de café gourmet (o de especialidad) orgánico, explican que ellos negocian cara a cara con los tostadores europeos. Saben que venden calidad y que el consumidor está cada vez más dispuesto a pagar por ella.
“Nos ponemos de acuerdo en una transacción directa; lo que digan ese día los mercados no es una referencia”.
Sí lo es, por el contrario, para la inmensa mayoría de grandes y pequeños productores de café.
“Se ha creado un mecanismo demente que guía a casi todo el sector.”
Se ha comprobado el escaso poder de negociación que impera en el origen de la cadena de comercialización. Un primer eslabón con humildes campesinos, normalmente a expensas de intermediarios que imponen su máxima: “LO TOMAS O LO DEJAS”.
“Y, tras un largo y tortuoso viaje con sus sacos de café a cuestas, lo último que quiere el caficultor es volver a casa con ellos.”
Tomando en cuenta el precio del llamado café en barra, apenas una cantidad ínfima de lo que paga el consumidor final suele acabar en manos del caficultor”
La ley de la oferta y la demanda rige las fluctuaciones, y, al ser un producto agrícola, los fenómenos climáticos tienen un gran impacto en ello:
“Si hay sequía o heladas en Brasil (principal productor mundial), el precio sube”.
Existen otros factores que complican la ecuación: el comportamiento del dólar o del petróleo, los diferenciales (añadidos al precio estándar por lugar de origen o forma de cultivo), la disponibilidad de insumos…
Una variable que, todo lo distorsiona: “LA ESPECULACIÓN”.
“Los inversores pueden suponer que habrá escasez y los precios subirán, y que entonces podrán vender más caro. Pero puede ocurrir lo contrario y los cálculos sean erróneos. Entonces cunde el pánico y llegan las turbulencias.”
Desde la crisis financiera de 2008, el café y otros productos agrícolas han ido ganando peso en las carteras de inversión, con muchas manos comprando y vendiendo, aumentando así la impredecibilidad de los precios.
“La cadena de suministro del café es larga y complicada, con muchos actores llevándose su parte del pastel”.
La crisis de precios de 2018 y 2019 hizo que miles de agricultores tiraran la toalla y abandonaran sus plantaciones.
Un informe de 2019 publicado por la Asociación de Café de Especialidad (ACE) sintetizó la senda por la que hace décadas transita la industria mundial del café. Sus páginas diseccionaban un sector que mueve anualmente unos 200.000 millones de euros, de los que menos del 10% se quedan en los países productores. Y con una tendencia a la baja. El estudio mencionaba el ejemplo de Francia entre 1994 a 2017. Los grandes tostadores y distribuidores (con Nestlé a la cabeza) habían aumentado sus ganancias en ese período en más de un 200%. Los agricultores latinoamericanos, africanos o asiáticos, en menos del 30%.
Creada en los años noventa, la ACE fue pionera en el fomento de circuitos alternativos al comercio convencional del café.
“Un café de calidad, tanto en su sabor como en la mejora de las condiciones de vida de los productores”. Para ello resulta imprescindible darle un justo valor, establecido a partir de variables como los márgenes que manejan los distintos actores o los costos de producción.”
La crisis de precios ha hecho que miles de caficultores prefirieran el riesgo de la emigración a subsistir con un trabajo duro que no les permitía ni siquiera cubrir sus necesidades básicas.
Mientras la ACE o la coalición de Slow Food vinculan paladares exquisitos y justicia social, Fairtrade International enarbola un comercio justo sin filtros. Su batalla se centra en garantizar que todos los productores cultiven orgánicamente, cosechen café excelente y reciban siempre un precio mínimo que sea justo. Tras una última actualización, esta “red de seguridad”, sitúa el precio del café a futuro (diciembre) en…
“Doscientos diez dólares por quintal para la variedad arábiga.”
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