El comité de emergencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha decidido esta tarde en Ginebra declarar la emergencia internacional por el brote del coronavirus de Wuhan. La decisión llega a los 30 días de la primera alerta por la nueva enfermedad lanzada por China el pasado 31 de diciembre y después de que el número de afectados por el patógeno se haya multiplicado por 13 en la última semana hasta los 7.818 casos confirmados y 170 muertos, según los últimos datos de la OMS. De ellos, 82 enfermos han sido diagnosticados en 18 países fuera de China, con Finlandia, India y Filipinas los últimos en sumarse ayer a la lista. No se ha producido ningún fallecimiento fuera del país asiático.
Es la sexta vez que la OMS adopta esta medida tras hacerlo por la gripe A en todo el mundo (en 2009), la polio en Oriente Próximo y el ébola en África Occidental (2014), zika en América (2016) y el pasado mes de julio contra el ébola en la República Democrática del Congo. Contra el SARS, en 2002, la OMS no tomó una decisión similar porque los mecanismos para hacerlo aún no estaban bien definidos. La última versión del Reglamento Sanitario Internacional fue aprobada en 2005 y es en gran medida heredera de esa crisis en lo que a las declaraciones de emergencia se refiere.
El comité de emergencia decidió el pasado viernes, tras dos días de reuniones y con sus 16 miembros divididos por la mitad, no declarar la emergencia al considerar que el brote por el coronavirus 2019-nCoV era entonces algo «importante» pero no una urgencia mundial, aseguró Didier Houssin, presidente del comité.
Muchas cosas han cambiado desde entonces. El virus ha seguido creciendo imparable, no sólo en la cantidad de personas y países afectados, sino que también se han registrado los primeros contagios fuera de China —en Alemania, Japón, Vietnam, Taiwán y Estados Unidos—, lo que ha roto uno de los principales argumentos utilizados por el comité.
Según el Reglamento Sanitario Internacional, la declaración de la emergencia debe hacerse cuando un evento «constituye un riesgo para la salud pública de otros Estados a causa de la propagación internacional de una enfermedad» y éste «podría exigir una respuesta internacional coordinada».
Fuente: El País