Antonio Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas (ONU), intervino en el Foro Económico Mundial (WEF) que se realizó en enero 2023 en Davos (Suiza) para alertar nuevamente al mundo que estamos frente a una catástrofe mundial sin precedentes debido al aumento de la temperatura. “Los esfuerzos por impedir el aumento de la temperatura en 1,5 grados se están esfumando literalmente. Pronto estaremos llegando a los 2,8 grados lo que traerá consecuencias devastadoras. Muchas zonas del planeta serán inhabitables o desaparecerán y para muchos eso es evidentemente una sentencia de muerte”.
El máximo líder de la ONU acusó a los productores de combustibles fósiles y a los que los financian y respaldan de seguir compitiendo ahora por aumentar la producción, “sabiendo muy bien que su modelo de negocio es inconsistente con la supervivencia humana”, algo que ha calificado como “una locura” digna de la ciencia ficción. “La semana pasada nos enteramos de que algunos productores petroleros eran plenamente conscientes, en la década de 1970, de que su principal producto estaba horneando nuestro planeta”, indicó en su discurso. “Esas grandes petroleras vendieron la gran mentira”.
Recordó que 196 países firmaron en diciembre del 2015 el Acuerdo de París, por lo que se convierte es un destacado documento que compromete a los líderes de esas naciones a asumir compromisos en materia de emisiones contaminantes y cambio climático. “En otras palabras, su implementación implica la superación paulatina de las energías fósiles (carbón, petróleo y gas), el principio del reinado de las energías renovables (solar fotovoltaica, eólica, biomasa, hidráulica, biocarburante, etc.) y revertir la tradicional tendencia de crecer a costa de contaminar más y saquear los recursos naturales que ofrece nuestro planeta.
A pesar de este llamado y de que son muchas las señales que nos indican que estamos en el mejor momento de la historia para iniciar la tan anhelada transición energética basada en las energías renovables, existen grupos económicos siniestros y poderosos que insisten en impulsar la industria petrolera como la gran tabla de salvación. Una energía que proviene, por cierto, de organismos y materia que dejaron de existir hace mucho tiempo y que siempre debieron permanecer bajo tierra. Su nefasto color negro nos debió hacer entender que empañaría de oscuridad y olor nauseabundo todo lo que estuviera a su paso. Es así como se ha creado ese halo pernicioso en la atmósfera que amenaza con acabar con la vida en el planeta.
Van por la Amazonía
Mongabay publicaba en el 2021 datos del Informe de la ONG Amazon Watch que reveló que cinco de las principales instituciones financieras del mundo habían invertido casi 6 mil millones de dólares en proyectos de extracción de petróleo en la Amazonía occidental en los últimos tres años (2017 – 2019). Fue así como se conoció que los bancos y fondos de inversión más poderosos del planeta como son Citigroup, JPMorgan Chase, Goldman Sachs, HSBC y BlackRock habían financiado a empresas involucradas en la explotación de combustibles fósiles, como GeoPark, Amerisur, Frontera y Andes Petroleum entre muchas otras.
Pero la revelación fue mucho más allá. Los proyectos de extracción petrolera se realizarían en un territorio de unos 30 millones de hectáreas en la Amazonía occidental (América del Sur), que comprenden el 25 % de los bosques distribuidos entre Colombia, Ecuador y Perú. Según la publicación el área se conoce como las “Cuencas Sagradas de la Amazonía” ya que es ahí donde nace el Río Amazonas. “En la región, considerada la más biodiversa de la Amazonía y del mundo, viven alrededor de 500 mil indígenas, muchos proyectos petroleros se encuentran al interior de los territorios de diferentes pueblos”, agrega el reportaje.
Más recientemente, en Perú, se pretende echar por tierra la Ley de Protección de Pueblos en Situación de Aislamiento y Contacto Inicial (PIACI) para permitirla entrada de proyectos de explotación de recursos en sus territorios, colocándolos en riesgo directo de contacto forzado, además de la amenaza a la biodiversidad y recurso hídrico de la zona.
Survival International, el movimiento global por los derechos de los pueblos indígenas, ha emitido un comunicado oficial rechazando categóricamente el peligroso proyecto de ley Nº 03518-2022 del Congreso de la República del Perú́, presentado por el congresista del partido Fuerza Popular Jorge Morante Figari, y advierte que su aprobación acarrearía una flagrante vulneración de los derechos de los Pueblos Indígenas en aislamiento y en contacto inicial (PIACI) del Perú, así como una amenaza directa a su supervivencia. “Contraviene los derechos reconocidos a estos pueblos según la legislación nacional peruana e internacional, como el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo ratificada por Perú en 1994, así como en la Declaración de Naciones Unidas sobre Derechos de los Pueblos Indígenas y la Declaración de la Organización de Estados Americanos”, acota la ONG.
Manuela Andreoni, periodista de The New York Times, viajó a Ecuador para confirmar como la explotación petrolera ya amenazaba desaparecer gran parte de la biodiversidad del Parque Nacional Yasuní, que además es uno de los reservorios más importantes de América Latina de pueblos indígenas no contactados. “En la región del Yasuní viven dos grupos indígenas que rechazan el contacto con la sociedad occidental y viven en lo que se denomina aislamiento voluntario. Los tagaeri y los taromenane, también llamados pueblos no contactados, son seminómadas y sobreviven enteramente de la selva, cazando con lanzas y dardos”, escribió en su crónica (…) En la actualidad, hay 12 plataformas a lo largo del bosque, conectadas por un camino de grava. En cada plataforma, los trabajadores perforan decenas de pozos, torcidos en distintas direcciones para evitar una mayor deforestación. Cientos de trabajadores se afanan por turnos, las 24 horas del día”, escribió en su crónica.
Recordó que durante el Gobierno de Rafael Correa se propuso incluir la totalidad del territorio del PN Yasuní en el mercado de los bonos de carbono para evitar la extracción petrolera en sus predios. Debido a que no se recaudó una suma considerable y que más adelante el Gobierno de Ecuador adquirió una deuda importante con China, la alternativa no fue otra que echar mano de la “sangre negra”.
Este incremento de la extracción de petróleo en los bosques sucede durante uno de los peores momentos para el planeta. Los científicos advierten que la Amazonía, debilitada por la deforestación y el cambio climático, está por alcanzar un punto en el que comenzaría a degradarse hasta convertirse en un pastizal. Algunas áreas ya emiten más carbono del que almacenan, lo cual representa una bomba de tiempo de gases de efecto invernadero.