El novato derecho Ian Anderson de 23 años no estuvo de acuerdo en que el mánager Brian Snitker, de los Bravos de Atlanta, lo haya sacado del morrito cuando había lanzado 5.0 innings sin permitir hits contra los Astros de Houston en el Juego 3 de la Serie Mundial que ganó su equipo 2-0 el viernes 29 de octubre, hasta tuvo algunas palabras con el piloto pero finalmente debió abandonar el diamante para dar paso al relevo.
Anderson dio suficientes motivos de preocupación como para que se le negara la oportunidad de enfrentar por tercera ocasión al orden al bate de los Astros. Pese a un diezmado cuerpo de pitcheo que agradecería cualquier entrada adicional que pudieran laborar los abridores, el mánager Snitker retiró a Anderson con la ventaja de 1-0, luego de cinco episodios.
El juego sin hit se esfumó pero la ventaja no. Los Bravos vencieron 2-0 a Houston, con pelota de dos inatrapables, y tomaron la delantera por 2-1 en el Clásico de Otoño. A pesar de ello, algunos cuestionarán la decisión de Snitker, de utilizar la grúa para retirar a un joven que estaba lanzando bien y logrando juego sin hit en el máximo escenario.
¿Por qué hacerlo? ¿Por qué presionar más a un bullpen que deberá soportar la carga de trabajo al menos en el cuarto y en el quinto juego?. Una mirada más cercana a las cifras de Anderson podría dar las respuestas. De sus 76 lanzamientos, sólo 39 fueron strikes. Expidió tres boletos y propinó un pelotazo. Dos corredores se quedaron varados en las bases en la cuarta entrada y uno en la primera.
El derecho terminó fuerte, retirando y dominando en orden a los Astros en el quinto acto. Cuando Anderson volvió a la cueva, recibió apretones de manos de sus compañeros y coaches. Explicó que por un momento trató de persuadir a Snitker para que lo dejara en la loma. Al final, entendió la decisión. “Estuvo bien”, aclaro el lanzador. “Tengo toda la confianza en Snit y en el bullpen, en los chicos que venían”. Y fue así porque los relevistas mantuvieron el cero y el club venció 2-0.
Vía AP
Foto: Ian Anderson al final le dio la razón al mánager Brian Snitker