Aura Rosa Castillo.- Con apenas cuatro meses de vigencia, el billete de dos bolívares del nuevo cono monetario que comenzó a circular el 21 de agosto pasado, aunque las fecha de impresión sean de enero de este año, fue debilitado por la hiperinflación y ahora pasó a ser rechazado, sobre todo por taxistas y bodegas, localizadas en comunidades populares.
Se ha hecho común ver el billete expuesto con la leyenda: No se reciben, al argumentar que cuando van a dar vuelto el comprador se rehúsa a aceptarlo. Los transportistas fueron los primeros en rechazarlo, dice Fabiana Iztúriz.
Una comerciante de bambinos prefirió perder la venta que aceptar este billete, porque “donde yo compro no me lo aceptan”, le explicó a la compradora en la plaza San José, en el centro de Barquisimeto.
Alfonzo Benavides vende condimentos, aceitunas y pasas en las adyacencias del mercado Terepaima, dice que los recibe porque “al final eso va para el banco, aunque a la hora de dar vuelto algunos clientes lo rechazan y “es complicado”.
Al respecto, Galvis Rojas, también vendedor informal en el mismo sitio, fue enfático quien tiene la potestad de suspender la circulación del billete es el gobierno a través del Banco Central de Venezuela (BCV). Yo lo recibo, dijo. A su juicio, “esas acciones dañan al economía, y quienes empezaron fueron los transportistas y algunos comerciantes en El Manteco”.
Giorgio Gómez, comerciante informal de verduras y hortalizas condiciona el pago. Dependiendo del monto a cancelar, si por ejemplo –dice- la cuenta da Bs. 600 acepta que le paguen Bs. 200 con billetes de dos bolívares y el resto con billetes de otra denominación. Aduce que cuando va a comprar en el Mercado Mayorista no lo aceptan. “Cuando voy a la panadería lo rechazan”, añade.
Contrario es el caso de María Peredes, quien vende yuca y aliños verdes, ella acepta el pago con ese billete, porque su proveedor lo acepta como pago.
“Ese es el billete que están emitiendo los bancos. Me han pagado Bs. 1000, cómo hago” se pregunta Delfín Martínez.
El es reacio, de hecho este viernes en una entidad bancaria, situada en la calle 22 con carrera 21, los usuarios llegaban a taquilla y preguntaban si estaban dispensando el billete y al confirmarlo, se retiraban y hacían fila en el cajero automático.
A diario en las busetas y camiones que trasladan pasajeros, hay discusiones entre usuarios y colectores. Julio Torrealba, transportista, explica que es incómodo cargar tanto “papel”. La moneda se ha devaluado demasiado, eso ya no vale nada. El de cinco y diez igual. Para pagar el taxi o comprar pan se necesita una bolsa de esos billetes.