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Dos venezolanos cuentan cómo viven la pandemia en dos de los focos mundiales de la enfermedad

Desde un médico que enfrenta la pandemia del nuevo coronavirus en España, hasta una bartender en la ciudad de Nueva York, en Estados Unidos; venezolanos en el mundo ofrecen su testimonio de cómo viven la pandemia. Las angustias, los miedos y las reflexiones.

“El único miedo es el de no poder parar esta pandemia, y para eso estamos dejando la piel y trabajando sin descanso día a día. Esperamos pronto empezar a aplanar la curva en España y evitar que siga la propagación en el resto de países del mundo, sobre todo los menos desarrollados”. Son las palabras de Carlos Butrón, un médico cirujano de 29 años, egresado de la Universidad del Zulia, quien desde España contó a Panorama su experiencia.

El profesional de la salud vive desde hace dos años en Andalucía, y está en la “línea de fuego” del cuarto país con más casos de la voraz pandemia del Covid-19, en el mundo.

«Nos ha tocado vivir a todos la estresante situación de tener que mantener a toda costa a un paciente en condiciones de cuidado en planta de hospitalización, porque en el momento solo queda una sola cama en UCI para algún caso muy grave, y pues ya lo que le sigue a eso es el hecho de decidir a quién salvar».

FOTO: Cortesía Panorama

Bultrón, con destacados índices académicos, cuenta una parte humana que solo el personal de salud puede vivir, cuando se convierten en la única familia de un paciente contagiado, con una enfermedad de base potencialmente fatal, que solo espera por el momento final.

El mundo se ha detenido de un día para otro y es ahora cuando nos damos cuenta lo vulnerable que puede llegar a ser la humanidad.

El joven galeno zuliano cuenta lo extenuantes que son las jornadas de trabajo, pero está claro en que es muy grande la responsabilidad que tenemos, y debemos mantenernos a la altura, a pesar de que muchas veces podamos estar ante momentos que golpeen nuestra moral, como por ejemplo, la falta de material, o cuando no hay camas UCI y deben mantener estable al paciente, estando en planta de hospitalización.

y AL OTRO LADO DEL MUNDO

Otra cara de la moneda la encontramos al otro lado del mundo y la da una venezolana en una ciudad con más de 20 millones de habitantes y nuevo epicentro de la pandemia: Nueva York.

Bárbara Álvarez es bartender en un restaurante ubicado en Washington Heights, en el Alto Manhattan, cuya actividad ha caído al mínimo. Para ella la preocupación es cómo sostenerse si vive del trabajo diario.

Álvarez le contó a El Universal que está usando para comer de el dinero que tiene guardado. «Si tengo 500 dólares, y compro comida para un mes, son $300 (…) y los otros 200 quedarían para pagar los servicios, que no alcanzan (…) y ya vamos para la tercera semana en confinamiento».

Para ella sus miedos son otros. Ni siquiera contagiarse de COVID-19 le asusta, en una urbe donde, hasta el domingo 29 de marzo, se sumaban casi 60.000 infectados y casi 1.000 muertos. NO obstante, no deja de reconocer que “espero que puedan controlar todo y que no se siga propagándose el virus”.

Su peor miedo, por ahora, es quedarse en la calle. Cuenta que el fin de semana hablaron con el arrendador del apartamento donde vive y «prácticamente nos dijo que tenemos que pagar porque el banco le sigue cobrando y no puede pagar todo”.

Entre las cosas del día a día, también comenta que ya en La Gran Manzana no hay alcohol, gel antibacterial o tapabocas, porque los demás habitantes vaciaron las farmacias. “Incluso el papel higiénico se lo acabaron. Esas cosas no se consiguen”, apuntó. 

Reconoce la ansiedad con la que está viviendo la gente por, además de estar encerrada, no saber cómo pagar las cuentas de servicios y otros compromisos como créditos y rentas, pues están usando el dinero estrictamente para comida. 

En una ciudad cuya área geográfica se queda pequeña para nueve millones de habitantes, Bárbara manifiesta su sorpresa al verla tan sola. Aunque allá la cuarentena no es obligatoria, al ser Nueva York foco de la infección, el tumulto y el bullicio que caracterizan a la gran capital del mundo, prácticamente han desaparecido.

ED / Icolt
FOTO: AP


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