Los niños forman parte del sector más vulnerable de la población. Expuestos a una cantidad de anuncios publicitarios por año que asciende a casi 50 000 solo en televisión, la publicidad puede tener consecuencias negativas que afecten su comportamiento, su modo de pensar y sus hábitos alimenticios. La restricción de anuncios podría ser una medida para resolver esta problemática, junto con el acompañamiento de los padres o adultos responsables que ayuden a los niños a adoptar una postura crítica frente a lo que consumen. ¿Qué consecuencias tiene la publicidad en los niños?
Efectos negativos
Uno de los principales efectos negativos de la publicidad es que promueve estereotipos y afecta la percepción de la realidad. Esto se debe a que los anuncios publicitarios muestran una realidad trastocada que apunta a realzar características positivas y, muchas veces, inexistentes de los productos promocionados. La mayoría de los consumidores se ven atraidos por un ideal de perfección y felicidad que no existen y este problema aumenta en aquellos niños que pasan mucho tiempo frente a una pantalla. Los niños son incluso más vulnerables que los adultos a los anuncios publicitarios y en ellos se produce una necesidad de recompensa instantánea producto de lo que ven en televisión. Las publicidades promueven un comportamiento impulsivo y generan necesidades superfluas.
Los niños menores de 8 años son los que más afectados se ven por la publicidad. Ellos todavía no comprenden la finalidad de los anuncios y, por lo tanto, incorporan la información que reciben de ellos como si fuera cierta. Al no poder identificar que la publicidad tiene como objetivo vender un producto, ellos consideran que para obtener satisfacción o simplemente porque alguno de sus personajes favoritos tienen el producto, ellos deben adquirirlo. El problema engrandece cuando se trata de anuncios que promueven el consumo de alimentos y bebidas poco saludables. Los niños, sin entender las consecuencias, desean consumir productos que no aportan ningún valor nutricional y esto podría desencadenar trastornos alimenticios y problemas de obesidad.
¿Cómo podemos disminuir estos efectos?
En primer lugar, una de las mejores maneras de combatir los efectos negativos que la publicidad ejerce sobre los niños es limitar la cantidad de tiempo que pasan frente a una pantalla. Internet también está plagado de anuncios publicitarios y, por lo tanto, es imprescindible controlar cuánto tiempo usan dispositivos electrónicos y con qué fines. Por otro lado, la compañía de padres o adultos que les expliquen qué están viendo resulta fundamental y promueve, además, el pensamiento crítico. Entender que se trata de imágenes y contenido que apelan a las emociones para generar una venta y que, muchas veces, no coinciden con la realidad es el primer paso para evitar consecuencias negativas.
Los niños están expuestos a todo tipo de anuncios publicitarios que no pueden entender correctamente. La publicidad promueve estereotipos e ideales que son imposibles de obtener. Por esta razón, los adultos deben limitar el tiempo que los niños pasan frente a una pantalla y explicar que, muchas veces, lo que están viendo no es real