ICOLT / Karina Solís, una venezolana de 23 años de edad, tenía tres meses de haber llegado a Perú, específicamente a la ciudad de Trujillo, donde este lunes murió por haberse inyectado biopolímeros en los glúteos.
Karina acudió a una estética ubicada en un centro comercial, donde a un costo muy módico, le ofrecieron ‘mejorar’ su imagen corporal.
Lo que no sabía, a pesar de tantos casos conocidos a través de los medios de comunicación, era que los biopolímeros o silicona líquida, conocidos como “aceite de avión”, son mortales.
Después de inyectarse, Karina se fue a la casa de la amiga que le estaba dando alojamiento, quien a las pocas horas debió llevarla al hospital de la ciudad debido al malestar que presentó.
Fue internada en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), pero falleció poco después producto de la severa reacción alérgica.
El ‘cosmetólogo’, de 39 años de edad, fue señalado como responsable de la muerte y detenido en una sede policial para ser judicializado.
En Venezuela los biopolímeros están prohibidos desde 2012