La inseminación intrauterina o inseminación artificial, como también es conocida, es un tratamiento de reproducción asistida de baja complejidad, que consiste en introducir una muestra de semen, ya sea de la pareja o de un donante, en el útero de la mujer.
Lo usual es que antes de practicar la inseminación se administren medicamentos para estimular la ovulación en la mujer. A su vez, se recoge semen y se somete a un proceso llamado “lavado de esperma” para conseguir una muestra concentrada de espermatozoides sanos. Luego, estos se implantan en el útero.
Preparación previa
La preparación para la inseminación intrauterina incluye el control de la ovulación. Lo usual es que en un comienzo se realicen varias visitas al médico. En principio, se hace un análisis de sangre y una o varias ecografías. Luego, si es necesario, se ordenan medicamentos que deben empezar a tomarse durante el periodo.
Una semana después, se hace de nuevo el análisis de sangre y la ecografía. A partir de los resultados, el médico establece la fecha probable de la ovulación que es la más apta para realizar el procedimiento de inseminación artificial. La fecha más adecuada también puede establecerse mediante el uso de un kit de predicción de la ovulación.
Por otro lado, la pareja debe aportar una muestra de semen en la clínica. Si se usa un donante, el semen de este será descongelado. Luego, la muestra será sometida a un proceso de depuración (el “lavado”) que elimina las impurezas y deja solo el esperma sano necesario para la concepción.
¿Cómo es el procedimiento de inseminación intrauterina?
El procedimiento de inseminación intrauterina no es invasivo y tampoco causa dolor. Por lo tanto, no requiere anestesia y se realiza en un tiempo corto. Los pasos que se deben completar son los siguientes:
- Acostarse en una mesa de examen.
- El médico empleará un espéculo para abrir la vagina con suavidad y visualizar el cuello uterino.
- Por medio de un tubo largo, flexible y delgado se hará llegar el semen al útero a través del cuello uterino.
- La mujer inseminada debe permanecer entre 10 y 30 minutos acostada.
En algunos casos es necesario repetir el procedimiento al día siguiente. La mayoría de las mujeres no experimentan ninguna molestia o solo efectos leves. La prueba de embarazo puede realizarse dos semanas después de la inseminación intrauterina.
Posibles riesgos
La inseminación intrauterina es un método muy seguro y con riesgos mínimos. En un pequeño porcentaje de casos es posible que se desarrolle una infección como consecuencia del procedimiento. Sin embargo, esto es muy poco común.
Los mayores riesgos provienen de los medicamentos que se utilizan para la fertilidad. En particular, si se emplean gonadotropinas existe la posibilidad de un embarazo múltiple. Puede ser de mellizos, trillizos o, incluso, más bebés.
Un buen seguimiento médico impedirá que se liberen demasiados óvulos al mismo tiempo. A la vez, controlará la situación para que no se presente una afección llamada síndrome de hiperestimulación ovárica que lleva a que el ovario se agrande, se acumule líquido en el abdomen y haya calambres.
Esa afección también puede derivar en problemas más graves como la acumulación de líquido en el pecho y el abdomen a la vez, coágulos de sangre, problemas renales y torsión del ovario. En los casos graves, hay riesgo de perder la vida.