Un grupo de niños recientemente hizo fila para recibir sus tajadas de una enorme torta azul en un centro comunitario de Sao Paulo. Pero no se trataba de ningún cumpleaños: era el centenario de su favela, Paraisopolis.
«La gente empezó a venir a la ciudad para trabajar en la construcción y se quedó», narró el líder comunitario Gilson Rodrigues. «No hubo nada de planificación, no había ni calles. La gente empezó a sembrar huertos, todo desorganizado. Las autoridades no hicieron gran cosa, así que aprendimos a organizarnos nosotros mismos», agregó.
El centenario de la favela el pasado jueves dejó en evidencia las raíces del vecindario y de otras favelas como ella, a pesar de que los habitantes en los sectores más acaudalados tienden a considerarlas precarias y temporales. Las favelas están tratando de dejar atrás ese estigma, aun cuando no se ajustan a una definición clara tras estar décadas en constante evolución.
Otrora alejada de la ciudad, hoy en día Paraisopolis está en pleno centro de la expansión urbana. Su población empezó a aumentar en 1942 cuando una ley congeló los precios de los alquileres, en efecto cesando toda construcción privada. Debido a que no había construcción oficialmente aprobada, los residentes empezaron a buscar alternativas asequibles, explicó Nabil Bonduki, profesor de la Escuela de Arquitectura y Planificación Urbana de la Universidad de Sao Paulo.
La población aumentó más con la llegada de obreros para la construcción del vecino Estadio Morumbi. Hoy en día es esa la cancha de fútbol más grande de la ciudad y sede del equipo local, aun cuando la gran mayoría de los fans ignoran su origen.
Paraisopolis es la segunda favela más grande de Sao Paulo con 43.000 habitantes según el censo más reciente realizado en el 2010. Conteos extraoficiales más recientes sitúan la población local en unos 100.000.
La zona de unos 10 kilómetros cuadrados (3,9 millas cuadradas) está poblada por casas de ladrillo desnudo y surcada por estrechos callejones donde niños juegan fútbol o escuchan música a todo volumen.
La mayoría de las calles están pavimentadas hoy en día y hay buena conexión de internet, si bien algunos sectores no cuentan con desagües códigos postales
En Río de Janeiro, los habitantes de las favelas son llamados «los del cerro». Las vistas de esos barrios —laderas de montañas cubiertas con casas y edificios de ladrillos— son vendidas a los turistas. Si bien las favelas de Río fueron construidas en laderas de montañas, otras surgieron en llanuras, como la hoy famosa Ciudad de Dios, que comenzó como un proyecto de vivienda pública.
En todo Brasil, unos 11,4 millones de habitantes viven en barrios de bajos ingresos que el instituto nacional de estadísticas califica de «aglomerados subnormales» y de los cuales, según el censo más reciente, un 40% están ubicados en los estados de Sao Paulo y Río de Janeiro. Esos sectores son de varios tipos, no solo favelas, pero tienen común una historia de ocupación irregular y servicios públicos deficientes.
DS con información de AP/Foto: AP