EL Jabillo converge entre la historia y la leyenda de Palavecino
Para nadie es un secreto que en el esplendor geográfico de la región Palavecinense, reinen en cada rincón de sus espacios la espesa sombra de un Jabillo; denominado popularmente por la tradición popular como “Ceiba”; ya que así, usualmente, suelen identificársele en su confusa apreciación. Lo cierto es, que la denominación científica que distingue a dicho arbusto es: “Hura Crepitans L.”
El Jabillo en la historia
En distintas calles, avenidas, parques, plazas y hasta en caminos del transitado palavecinense; visualizamos un frondoso Jabillo que forma parte del simbólico escudo de armas del municipio Palavecino, en uno de sus cuarteles. Ése mismo árbol, durante la guerra de independencia, cobijaría al glorioso ejercito Libertador un 10 de Noviembre de 1813; cuando Bolívar visitaría por vez primera está localidad.
El propio maestro del pueblo venezolano Luis Beltrán Prieto Figueroa, señalaría en un mitin de campaña, en los ya pasado años 60 del siglo saliente; según el cierto testimonio de un asistente, el referido personaje señaló: “No precisamente es una Ceiba sino un Jabillo”; en su acostumbrada alocución proselitista. Quizás al percatarse de ver la vieja placa que reposaba en el píe de esté impresionante arbusto; en un eventual paso de campaña electoral por la bucólica población Cabudareña.
En el antiguo pero recordado sector Dividival, a un extremo del borrado camino hacia Agua Viva, perdura otro Jabillo, el cual fue incorporado al desarrollo urbanístico de los sectores Terepaima y Rómulo Betancourt; justamente al costado de una de sus calles.
El ¡Caigo o no caigo!
También, en la hoy entrada de la propia parroquia Agua Viva, entre los márgenes de lo que fue alguna vez un buco de riego, hoy trasformado en un canal de aguas de lluvia del desaparecido sector El Tamboral; se halla lleno de intenso verdor y extenso follaje, un adulto jabillo; identificado por sus antiguos pobladores en su imaginativa ocurrencia cómo: ¡Caigo o no caigo!; árbol el cual, por el condenado abuso y la carencia de autoridad, quedaría atrapado y aislado del posicionamiento de la gente y del antiguo camino a Terepaima y sus distintas vecindades.
En el caso del Jabillo de Agua Viva; según, quienes circularon nocturnamente por sus alrededores, contaban que justo debajo de la penumbra de sus altas copas, se dejaba escuchar el escalofriante grito de: ¡Caigo o no caigo!; leyenda que se popularizo y marco un sentimiento de apego entre Agua Viva y sus personajes.
Indistintamente, y procurando garantizar su preservación, el cuerpo edilicio de Palavecino en un gesto de principios legales en su Ordenanza sobre la Simbología y Heráldica, sancionada en el 2008; declaro al Jabillo como árbol emblemático del municipio; que a decir verdad, trata de reconocer, conformar y resguardar su genuino patrimonio que le identifica.
Lcdo. José Luis Sotillo J.
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