La vida escolar está llena de retos y nuevas experiencias, pero, para algunos niños, el desafío es aún mayor si deben enfrentarse al acoso escolar o bullying. Si bien hay campañas para combatirlo, lamentablemente cada día se arraiga más en las aulas.
La raíz del acoso escolar va más allá de una simple “mala conducta” de los niños. Es el resultado de antivalores promovidos en la crianza de los niños.
El abandono, rechazo, humillación, injusticia y la traición son antivalores que convierten a un niño o niña, bien en víctima del acoso, o en victimario. Y si no se tratan debidamente y a tiempo, con el pasar de los años sus efectos se agravarán, ya no en el niño, sino en el adulto.
Así pues, un niño acosador puede terminar en un hombre maltratador, o una niña puede terminar siendo una eterna víctima de la violencia intrafamiliar.
Víctima o victimario, el problema inicia en casa
En una entrevista para El Informador Venezuela, la médico neuropsicólogo, Magdali Silva, especialista en este tema, explicó que si un niño es victimario o víctima de acoso escolar o bullyng, parte de la responsabilidad es de sus padres, sobre todo cuando están ausentes física o emocionalmente.
Señaló que, por lo general, aquellos pequeños que se desarrollan en un hogar donde no hay comunicación asertiva o donde se produce abandono simbólico, son más propensos a ser víctimas de acoso y de entrar a los dos grandes grupos infantiles: gacelas (víctimas de la violencia) o depredadores (generadores de la violencia).
Gacelas o depredadores
La especialista explicó que los niños, ante la necesidad de llenar los vacíos que siente en su hogar, como falta de comunicación, de amor, respeto, y confianza por parte sus padres, exteriorizan esa carencia agrediendo a otros niños o dejándose agredir para ser aceptados.
Gacelas: víctimas: Según Silva, estos niños se caracterizan por ser retraídos, inteligentes y temerosos. Tienen problemas para adaptarse al entorno y, lo más preocupante, es que parece que nadie los cuidara. Son aquellos que van a clases con ropita sucia, desaseados, o retornan solos a sus viviendas, tras salir de clases.
Depredadores: agresores: Ellos tratan de exteriorizar sus emociones y de sentirse aceptados utilizando la violencia para intimidar al resto. Son inflexibles, intolerantes, retan la autoridad y son extremadamente desafiantes.
Tecnología: un enemigo de los niños
La neurosicóloga cuestionó uno de los más grandes errores cometidos por los padres: “delegarle la crianza de sus hijos a la tecnología”. Creen compensan la falta de tiempo de calidad, cuidados y compañía, obsequiándole teléfonos, tablets, videojuegos y otros aparatos tecnológicos, por demás costosos.
Pero la delegación también se produce cuando dejan otros familiares como tías o abuelas, asuman el deber que les corresponde a ellos. Esto ocurre cuando, por ejemplo, emigran, pero terminan causando en sus hijos una sensación de abandono físico y emocional, “convirtiéndolos “en caldo de cultivo para ser agresores o víctimas del bullying”.
Indicó que en ambas situaciones de manera consiente o inconsciente, los padres “priorizan el tener por encima del ser”, lo que a largo plazo se convierte en niños mimados, caprichosos y con conductas socialmente insanas.
Normalización de la violencia como detonante del acoso escolar
Según Silva, la normalización de la violencia en los hogares, ya sea en menor o mayor escala, es un claro ejemplo de que los niños pueden convertirse en víctimas o victimarios en sus escuelas.
Explicó que al ser testigos de gritos, groserías y golpes entre sus familiares cercanos, los niños normalizan y replican estos actos, bien sea contra los más vulnerables en su aula de clases, o por el contrario, se acostumbran a estas escenas y permiten ser tratados de esa manera.
Si esta situación no es tratada a tiempo, las consecuencias de agigantarán con los años. Al llegar a la adolescencia, etapa que llama “el megáfono de los conflictos”, será usual entonces tener a muchachos desafiantes, inflexibles, retraídos o violentos.
Señales de alerta
La profesional de la salud mental puntualizó algunas señales de alerta que pueden ser fácilmente reconocidas en los hijos y que no solo indican la presencia del acoso escolar o bullying, sino que también permite saber si hay conflictos en otros aspectos.
Aclara que podrán ser detectadas siempre y cuando se trate de progenitores activos en la vida de sus hijos.
- Rechazo por lugares antes agradables o negarse a ir a la escuela
- Dispersos para no afrontar problemas y no revelar las causas de sus inquietudes
- Cambios drásticos en la personalidad
- Llora de manera habitual al no saber canalizar sus emociones
- Golpes y lesiones que oculta o justifica
- Cambios de hábitos y comportamientos
Tu hijo es víctima de acoso escolar ¿Qué hacer?
La especialista recomienda:
- Solidarizarse con la víctima
- Dar herramientas que lo hagan sentir cómodo y seguro, como el apoyo, compañía y confianza
- Aislar preventivamente a la víctima, no es posible exponer a la víctima a su agresor
- Dramatizar los eventos como método de prevención y así mostrarles cómo actuar cuando es agredido