Reinaldo Gómez.- Con tratamiento y atención adecuados, el niño que padece de trastornos de atención con hiperactividad puede mejorar su desempeño personal, académico, social y conductual.
De tal forma se expresó la doctora Leyda Martínez Gómez, pediatra y neuropediatra larense, al exponer su ponencia sobre la antes referida afección de salud –que médicamente es conocida por las siglas TDAH- en el desarrollo de las XVII Jornadas Occidentales de la Sociedad Venezolana de Pediatría, Filial Lara, que recientemente tuvieron lugar en la sede del Colegio de Médicos de esta entidad federal.
Comenzó por aclarar la galena que no todo niño inquieto o muy activo padece necesariamente de tal afección, a la que definió como “un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por un patrón de comportamiento y funcionamiento cognitivo (es decir, del conocimiento), que, presentándose en diferentes escenarios de la vida del paciente, provoca dificultades en su desempeño cognitivo –valga la redundancia-, educacional y/o laboral”
-La afección –señaló- es evolutiva en el tiempo, aun cuando casi siempre se inicia en la infancia, y puede cambiar su expresión a lo largo de ese tiempo.
Síntomas
Destacó la académica que son muchos los síntomas que permiten identificar cuando un niño sufre o padece de TDAH, entre los cuales citó: No presta atención a los detalles, y comete errores en las tareas o en el trabajo; tiene dificultad para atender a sus tareas y a las actividades recreativas; por momentos, pareciera no escuchar cuando le hablan; no culmina la tarea o actividad una vez que la inicia, y no sigue instrucciones; tiene dificultad para organizar sus actividades, como consecuencia de lo cual es desordenado y descuidado; se disgusta y hasta muestra poco entusiasmo en las tareas que requieren de esfuerzo mental sostenido; pierde cosas, objetos o enseres que les son necesarios para sus actividades; se distrae con facilidad ante los estímulos externos; con frecuencia olvida sus actividades cotidianas, y asimismo frecuentemente juguetea o se retuerce en el asiento; se levanta en situaciones en que se espera que permanezca sentado; es incapaz de jugar o de ocuparse tranquilamente de actividades recreativas; corretea o trepa en situaciones o momentos no apropiados para ello; de repente se ve ocupado en una actividad como si lo impulsara un motor; en muchos momentos, habla excesivamente; se precipita en la respuesta en torno a algo, antes de haber sido completada la pregunta; le es difícil esperar su turno, y con frecuencia interrumpe o se inmiscuye en las actividades de otros, o se entromete en las conversaciones de otros; toma los objetos de otras personas sin pedir permiso, etc.
El diagnóstico
En su disertación, la pediatra aseveró que se diagnostica la afección de TDAH cuando a): Los síntomas se manifiestan en dos o más lugares, sea en la casa, en la escuela, en un parque, etc.; b) Los síntomas interfieren en su actividad escolar, social o laboral, si fuere el caso; y c) Esos mismo síntomas llevan ya más de seis meses de haberse manifestado.
-En los mayores de 16 años de edad –prosiguió–, el diagnóstico sobreviene cuando los síntomas se presentaron antes de cumplir los 12 años de edad, y cuando esos síntomas no se explican como originados por alguna condición o situación médica, bien sea trastorno sicótico o síquico, de estado de ánimo, intoxicación, trastorno de personalidad, etc.
Impactos
También precisó la doctora Martínez Gómez que la tantas veces citada afección asimismo origina impacto tanto en el afectado como en el entorno familiar, con situaciones tales como: 1) Un pobre rendimiento escolar; 2) Dificultad para la interacción social; 3) Riesgo ante conductas adictivas; 4) Aumento de stress y de problemas familiares, y 5) Consecuencias incluso en el rendimiento laboral de los padres.
Explicó la pediatra que, de paso, aparejado a todo ello, pueden también sobrevenir trastornos en el aprendizaje y en el espectro autista, trastornos negativistas-desafiantes; trastorno bipolar, o sea una alteración del ánimo que presenta fases de depresión repetitivas, y que se alternan con fases maníacas o de euforia; trastornos por tics nerviosos; retraso mental; discapacidad cognitiva, trastorno del lenguaje y de la capacidad motora; afección tiroidea, y hasta trastornos visuales y auditivos.
El tratamiento
La ponente indicó que lo ideal es que, en el tratamiento adecuado, se incluya a pediatras, neuropediatras, siquiatras infantiles, sicólogos, sicopedagogos, terapeutas ocupacionales y terapeutas del lenguaje.
Conclusiones
En sus conclusiones, la doctora Martínez Gómez expresó que, en el niño preescolar, existe una inquietud que es normal hasta cierto punto, pero que la misma, como medida preventiva, puede ser evaluada para detectar las posibles causas de esa inquietud.
Si se establece, destacó, que el niño padece de TDAH, una vez determinada tal condición, la familia debe, además, recibir todo el apoyo necesario posible.
-El no tratar al niño debidamente –enfatizó por último- puede llevarlo al fracaso en la escuela, a una conducta indisciplinada, al abuso de sustancias, y a una inestabilidad futura en el ambiente tanto laboral como familiar.
-Martínez Gómez: “Un niño muy inquieto debe ser evaluado debidamente…” (Foto José Daniel Sosa).