El llamado padre de la alta costura y del negocio moderno de la moda fue Charles Frederick Worth, quien nació en Bourne (1825). Worth fue pionero en firmar sus creaciones como si fueran de piezas de arte. Además, cada año presentaba una colección, lo cual en la época era algo revolucionario.
La moda femenina del siglo XIX buscaba comprimir y cubrir de formas postizas el cuerpo de la mujer. La idea era crear un reloj de arena con las curvas, haciéndola ver frágil de cintura y exuberante en sus partes parte superior e inferior.
El vestuario femenino recordaba a una camisa de fuerza, todas las prendas de día llevaban cuello, alto y rígido, obligándolas a tener la cabeza derecha. Con sombreros algo inclinados y de alas anchas, decorados con plumas de avestruz pesadísimas.
Las mangas ahuecadas en el hombro se recogían en el codo y se estrechaban hasta la mano. A veces cubrían hasta los nudillos para no mostrar “zonas indecorosas”.
Sus faldas llegaban hasta el suelo y eran acampanadas, apretadas en las caderas, se iban ensanchando hacia abajo cayendo en forma de campana. Los zapatos y botines eran puntiagudos y se sostenían sobre medios tacones. Los complementos imprescindibles eran las medias de seda negra, los guantes ajustados y el paraguas, que servía para preservar el tono blanco de la piel.
Conclusión: estar de moda implicaba sufrimiento ¡por suerte nacimos en este siglo!
Y tú, ¿Qué opinas de esta moda?