Los equipos de rescate sacaron el lunes a una mujer de entre los escombros de un edificio una semana después de dos potentes sismos, aunque los reportes de rescates se volvían cada vez menos frecuentes conforme se alcanzaba el tiempo límite que puede sobrevivir el cuerpo humano sin agua, especialmente en temperaturas bajo cero.
Los sismos de magnitud 7,8 y 7,5 golpearon con nueve horas de diferencia el sureste de Turquía y el norte de Siria el 6 de febrero. Mataron al menos a 33.185 personas, y se esperaba que la cifra subiera de forma considerable al encontrar más cuerpos. Los temblores convirtieron ciudades y pueblos habitadas por millones de personas en fragmentos de concreto y metal retorcido.
Los rescatistas sacaron el lunes a una mujer de 40 años de entre los restos de un edificio de cinco plantas en la localidad de Islahiye, en la provincia de Gaziantep. La mujer, Sibel Kaya, fue rescatada tras 170 horas bajo los escombros por un equipo que incluía a rescatistas turcos expertos en minas de carbón.
Una mujer de 60 años, Erengul Onder, había sido rescatada antes en la población de Besni, en la provincia de Adiyaman, por equipos de la localidad occidental de Manisa.
“Recibimos la noticia de un milagro en Besni que ayudó a calmar un poco el fuego en nuestros corazones”, tuiteó el alcalde de Manisa, Cengiz Ergun.
Las posibilidades de encontrar personas con vida “ya son muy, muy pequeñas”, indicó Eduardo Reinoso Angulo, profesor del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Reinoso, autor principal de un estudio de 2017 sobre muertes en edificios afectados por terremotos, dijo que las posibilidades de supervivencia de las personas atrapadas caen de forma drástica tras cinco días y son de prácticamente cero tras nueve días, aunque ha habido excepciones.
David Alexander, profesor de planificación y gestión de emergencias en el University College London, se mostró de acuerdo y señaló que la ventana para encontrar a personas vivas entre los escombros está “casi en su final”.
Sin embargo, señaló, las posibilidades tampoco eran muy buenas desde un principio. Muchos de los edificios estaban tan mal construidos que se derrumbaron en piezas muy pequeñas, lo que dejó pocos huecos lo bastante grandes para que sobrevivieran sus habitantes, explicó Alexander.
“Si una estructura de algún tipo se desploma, en general encontramos espacios abiertos en un montón de escombros en los que podemos abrir túneles”, dijo Alexander. “Viendo algunas de esas fotografías de Turquía y de Siria, simplemente no hay esos huecos”.
Las condiciones invernales reducen aún más las opciones. La temperatura en la zona ha caído a 6 grados Celsius bajo cero (21 grados Fahrenheit) durante la noche.
“La forma habitual en la que el cuerpo compensa la hipotermia es tiritar, y tiritar requiere muchas calorías”, dijo la doctora Stephanie Lareau, profesora de medicina de emergencia en Virginia Tech. “De modo que si alguien se ve privado de comida durante varios días y expuesto a temperaturas frías, probablemente va a sucumbir más rápido a la hipotermia».
Una semana después de los sismos, muchas personas seguían en la calle sin cobijo. Algunos sobrevivientes aún esperaban ante edificios derruidos a que se recuperaran los cuerpos de sus seres queridos.
Muchos en Turquía atribuyeron la devastación generalizada a la construcción defectuosa en Turquía, y las autoridades han empezado a señalar a contratistas supuestamente asociados con edificios que se derrumbaron.
Al menos 131 personas estaban siendo investigadas por su supuesta responsabilidad en la construcción de edificios que no habían soportado los terremotos, según las autoridades.
Turquía ha introducido normas de construcción que cumplen los estándares de ingeniería antisísmica, pero según los expertos esas normas no suelen aplicarse.
En Siria, el subsecretario general de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, Martin Griffiths, dijo que la comunidad internacional no ha prestado ayuda.
Los sirios “esperan ayuda internacional que no ha llegado”, afirmó el domingo durante una visita a la frontera entre Turquía y Siria.
“Por ahora hemos fallado a la gente en el noroeste de Siria. Tienen razón al sentirse abandonados”, añadió Griffiths. “Mi deber y nuestra obligación es corregir ese fallo tan rápido como podamos”.
La cifra de muertos en la región noroccidental Siria controlada por rebeldes ha alcanzado las 2.166 personas, según el grupo rescatista Cascos Blancos. lla cifra total en Siria se mantenía en 3.553 el sábado, aunque las 1.387 muertes reportadas en zonas bajo control del gobierno no se habían actualizado en varios días. Turquía informó el domingo de 29.605 muertos.
En la capital siria, Damasco, el jefe de la Organización Mundial de la Salud advirtió que las penurias se extenderían en el futuro y describió el desastre como una “tragedia en desarrollo que afecta a millones”.
“Las crisis combinadas del conflicto, el COVID, el cólera, el declive económico y ahora el sismo se han cobrado un coste insoportable”, dijo Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Fuente: AP