Con una infraestructura colapsada por el paso del tiempo y la indiferencia oficial, y que solo cuenta con el empeño esmerado de docentes y algunos representantes, esta escuela sigue abierta para albergar a 70 estudiantes.
Representantes todavía recuerdan los tantos ofrecimientos demagógicos de órganos oficiales, los cuales han borrado del mapa al caserío el Roble, de la parroquia Sarare, en el municipio Simón Planas.
Pese a que la institución es catalogada como “Bolivariana” hace años que no recibe la ayuda de los entes encargados de mejorar sus condiciones.
Al respecto, según palabras de José Danilo Apóstol, doliente de la institución, a esta escuela le “urge ser atendida, ya que la red eléctrica está colapsada, no tiene servicio eléctrico; ni se diga de la carencia de agua, que solo basta asomarse a los bebederos , en los que ni se siente el aire en las tuberías. Ya ni se acuerdan desde cuando no tienen agua».
Cuestionó que una vivienda rural sea parte de la escuela, donde se palpa el progresivo deterioro del piso pulido del habilitado salón. Es bien admirable la forma cómo los docentes, pese a esta injustificable realidad, prestan sus mejores conocimientos e intenciones para dar clase.
El mobiliario del comedor también necesita darle una mano, y afuera hay una columna de viga oxidada que “baila en el aire”. Los baños están casi inhabilitados ante la destrucción de las baterías.
«Las aulas tienen años sin recibir un cariño de pintura, pero igual estamos siempre prestos a dar lo mejor de nosotros», agrego la profesora Heidy Mogollón, a quién le duele el estado general de su sitio de trabajo pues no tenemos “ni siquiera un ventilador para sofocar el calor tenemos”.
Los habitantes recuerdan que solo hace tres gestiones municipales atrás, las autoridades
locales se acercaron a la comunidad. Lo demás ha sido puros ofrecimientos de campañas,
recalco Apóstol, quien como lugareño, anhela mejoras integrales para la comunidad del
Roble, entre ellas asfaltado de vías.
Con información y fotos de José Luis Sotillo