Un paisaje bajo el lente de una enamorada puede tomarse como cautivador y hasta inspirador, este le ayuda a fantasear con su amor o simplemente la trasladaría a pensar en su futuro incierto pero a su vez cierto para ella puesto que el amor la invita a pensar que todo saldrá bien en su futuro ya que posee todo lo que necesita que para ella es el amor. Esta pequeña analogía se pudiera trasladar a la educación, esta educación que es vista y percibida por muchos de diferente manera y cuando se dice muchos es referirnos a todos, desde el señor que saluda en la parada en la mañana, hasta el transportista que conduce hacia la escuela, los mismos poseen una estructura esquematizada de cómo es y cómo debe seguir siendo la educación para que ésta siga funcionando, ya que para ellos funcionó debido a que los mismos lograron desde escribir y leer, hasta las operaciones matemáticas de gran escala.
No obstante, la palabra educación al buscarla en el diccionario se define de manera tan sencilla como el acto de facilitar el aprendizaje para la adquisición del conocimiento, sin embargo ejercer esa educación no garantiza el cumplimento de lo anteriormente descrito, remover esa gran placa que la cubre solo es para visionarios en muchos de los casos el sistema simplemente te arropa y no te deja llevar tu barco a aguas más profundas, es decir atendiendo otros intereses.
Existen muchos autores que hablan de la educación , coexisten diversas teorías de cómo se debe ejecutar la misma pero simplemente ese embudo se resumen en la práctica docente que posee el maestro al momento de ejercer la educación. Esta práctica lo hace dueño de la verdad y pasa como la analogía del amor que piensa que solo necesita de la práctica para saber que lo está haciendo bien, desconociendo en muchos de los casos lo que hace, que método, teoría y técnicas ejerce en su desarrollo curricular debido que solo actúa de manera natural cada día, haciendo de la educación un barco de acuerdo a la marea que ellos desean navegar, que a su criterio es la más correcta.