Rómulo Miguel Armas Morales, de 27 años de edad, es un joven barquisimetano que se acercó hasta nuestras oficinas de redacción, a objeto de plantearnos una situación que, de verdad, algunas veces no hallamos cómo definir.
Señala Armas Morales que, en dos palabras, lo que pretende dar a conocer públicamente él, a través de EL INFORMADOR VENEZUELA, es que, en Venezuela, muy poco, o nada, se cumple lo que establece la llamada Ley de Protección a Persona con Discapacidad.
–Y esto lo digo, no porque me lo hayan contado, sino, lamentablemente, por experiencia propia, muy triste, por cierto.
De seguidas, pasa a contarnos su propia historia, no exenta de dramatismo, aun cuando bastante resumida.
Contaminación
Explica que, cuando él estaba bastante niño, su padre regentaba una oficina en un edificio ubicado en la calle 26 entre las carreras 19 y 20 de Barquisimeto.
Pero –añade–, muy cerca de allí, se ubicada también una relojería, en la que, hasta donde él recuerda, se trabajaba con varios metales, el plomo entre ellos.
Explica que, como quiera que él iba con mucha frecuencia a acompañar allí a su padre –y eso ocurrió durante algún tiempo–, pues terminó contaminándose con el plomo, lo que dio como consecuencia el que quedase postrado en una cama por alrededor de unos cuatro o cinco meses.
–Pude recuperarme, afortunadamente –señala–, pero, lamentablemente, me quedó en el cerebro una pequeña fisura, que me afecta un tanto, e incluso me origina algunas convulsiones de vez en cuando.
Obviamente –nos dice–, desde entonces, es él una persona con discapacidad, lo que, con el correr de los años, le ha permitido sufrir en carne propia “la discriminación y rechazo, es decir, el bullying, de que son objeto las personas que, como yo, tienen alguna discapacidad”.
Prueba en vivo
En ese sentido, explica nuestro visitante que ha podido comprobar en vivo cómo a él lo rechazan, bien sea para brindarle trabajo, o para las reuniones, o para cualquier iniciativa, “y hasta para las conversaciones”.
Ante una pregunta, apunta que, a su juicio, por lo menos el 90 por ciento de las personas con discapacidad sufren algún tipo de discriminación, o bullying en el Estado Lara, “y me atrevo a asegurar que en toda Venezuela”.
–Por eso afirmo –reitera— que lo que menos se cumple aquí es lo que señala muy claramente esa Ley de Protección a Personas con Discapacidad.
Y, para reforzar su aserto, Armas Morales manifiesta que, pesar de que él es bachiller graduado en el Liceo “Mario Briceño Iragorry”, de Barquisimeto, le ha sido imposible lograr ocupación alguna, por la razón ya expresada, “y eso que considero que yo me puedo desempeñar con eficiencia en varias modalidades”.
Destacó que, obviamente, aparte de la lógica tristeza y preocupación –y hasta depresión– que ello le ocasiona, tal circunstancia influye también hasta en su tratamiento médico, ya que debe consumir cinco medicamentos, todos muy costosos, para poder controlar su afección de salud.
–Lo que yo pretendo es –dice finalmente—, en primer lugar, que la opinión pública larense y venezolana conozca de esta, no solamente grave, sino lamentable situación, que viven en Venezuela las personas con discapacidad, sino también, insisto, en la situación de evidente bullying de que una inmensa mayoría de nosotros somos objeto.
Una atención del 911
Por cierto que, estando Armas Morales en nuestras oficinas de redacción, por extraña casualidad, y no sabemos si tal vez por la emotividad y vehemencia con que hablaba, le sobrevino un acceso de convulsiones.
Ante tan sorpresiva e inesperada situación, procedimos a llamar de inmediato al 911, desde donde enviaron rápidamente una comisión de emergencia, cuyos integrantes le prestaron la debida atención, luego de lo cual, algunos minutos después, el muchacho se recuperó por completo, y se retiró.
Definición
Para concluir, y a manera de una mayor ilustración de nuestros consecuentes lectores, reproducimos la definición técnica de lo que se conoce como “bullying”:
“Se denomina bullying, o acoso escolar, a toda forma de maltrato físico, verbal o sicológico, que se produce fundamentalmente entre niños –por lo general de entre los 12 y los 15 años de edad–, de forma reiterada, y que se mantiene en el tiempo. El niño o niña que es víctima de ello se encuentra sometido por otro niño de su edad, o grupo de ellos, a base de humillaciones, insultos, burlas, agresiones verbales y/o físicas, amenazas y aislamiento social”.