Un jurado recomendó la pena de muerte el miércoles para el hombre que asaltó una sinagoga y mató a 11 feligreses en el ataque antisemita más mortífero de la historia de Estados Unidos.
Robert Bowers expresó su odio a los judíos y sus creencias supremacistas blancas antes de planificar minuciosamente y perpetrar la masacre en la sinagoga Árbol de la Vida en 2018, donde tres congregaciones se habían reunido para los oficios del shabbat. Bowers, un camionero del suburbio de Baldwin, hirió a dos feligreses y a cinco agentes de policía que acudieron al lugar.
El mismo jurado federal que halló culpable a Bowers, de 50 años, recomendó el miércoles la pena de muerte por un ataque cuyo impacto sigue repercutiendo cinco años después. Un juez dictará formalmente la pena más adelante.
En un juicio prolongado, el jurado escuchó los detalles escalofriantes del hecho: cómo Bowers recargó su arma al menos dos veces, pasó por encima de los cuerpos ensangrentados de sus víctimas en busca de más gente para matar y apenas se rindió al agotarse sus municiones. En la fase de sentencia, los familiares relataron al jurado las vidas tronchadas —entre ellas la de una mujer de 97 años y las de dos hermanos con discapacidades mentales— y su dolor inconsolable. Los sobrevivientes hablaron de su dolor físico y emocional.
En todo momento, Bowers se limitó a mirar sus papeles y las pantallas en la mesa de la defensa. Le dijo a un psiquiatra que creía que el proceso ayudaba a difundir su mensaje antisemita.
Es la primera pena de muerte impuesta por la justicia federal durante la presidencia de Joe Biden, quien prometió en su campaña abolir la pena capital.
El Departamento de Justicia ha aplicado una moratoria a las ejecuciones federales y se ha negado a autorizar la pena de muerte en cientos de casos en que se podría aplicar. Pero los fiscales federales dijeron que la muerte era la pena apropiada para Bowers, dada la vulnerabilidad de sus víctimas, en su mayoría ancianos, y su ataque a una comunidad religiosa debido al odio. La mayoría de los familiares de las víctimas dijeron que debía morir.
AP