Lázaro Aranguren.- La profunda crisis del país se refleja a todos los niveles y en el caso del transporte es extremadamente grave. La falta de unidades, carencia de dinero en efectivo y el alto costo de los fletes motivan al arriesgar la vida en motos.
A diario se observan trabajadores de la construcción y otros renglones que ante la imposibilidad de pagar el alquiler de un camión para trasladar sus implementos utilizan los servicios de un motorizado. Carretillas, sacos de cemento, cabillas, pocetas, equipos eléctricos se observan en las unidades.
Otros utilizan sus máquinas para transportar a la familia. Así niños y sus madres arriesgan la vida junto a la de motorizado para trasladarse de un lado a otro. No importa la carencia de cascos de seguridad, la vida parecerá importar muy poco a los “Kamikaze” que se cruzan de un lado a otro en avenidas y calles de Barquisimeto. La vida pende de un hilo o de dos ruedas. Ninguna autoridad interviene para evitar una posible tragedia.
Pareciera cobrar vigencia parte de le famosa canción ranchera de José Alfredo Jiménez que dice: “La vida no vale nada, no vale nada la vida”.