Por Freddy Torrealba Z.
A nadie debería sorprender el reciente acuerdo entre el régimen que encabeza Nicolás Maduro y un grupúsculo de políticos de oficio cuya concepción de la política es la ambición y el negociado. Con éste es el quinto de los procesos de diálogo y negociación que se han registrado en el país en los últimos 20 años todo bajo el signo de ninguna solución para los reales problemas que afronta el martirizado pueblo venezolano. Tal vez la mejor definición podría ser algo así como un acuerdo entre caimanes del mismo pozo para que nada cambie.
Pero estos hechos evidencian otra vez la existencia de una oposición que no termina de dar pie en bola en su lucha por el poder político. Al igual que un régimen que “circunstancialmente” ha resultado duro de roer hasta para la potencia más poderosa del mundo como lo es EEUU. En este sentido es necesario no llamarse a engaño y actuar con la mayor sangre fría posible para no pifiar ni trastear como el tonto. Ser precisos en el diagnóstico del presente régimen. Comprender que los tiempos de la democracia liberal con sus ventajas, entre éstas la división de poderes, quedaron atrás.
A nuestro parecer el mayor error de las fuerzas democráticas opositoras ha sido el no mantener la iniciativa en la lucha. Aunque parezca forzado la presente es una contienda con un bestial sistema sociopolítico cuyos portavoces han dejado en claro que el poder no se comparte, sino que se impone. En esto han sido fieles cumplidores del abecedario tiránico de Vladimir Lenin del cual se nutren ideológicamente. Esta gente ha dado pruebas de que nunca dejan de lado la iniciativa en sus maniobras, acciones y planes. Un principio básico a cumplir permanentemente en toda guerra.
La oposición en cambio ha confundido la lecha con la magnesia y ha sacrificado su plan de lucha para desgastar las fuerzas del adversario. Es decir, se ha neutralizado puesto que reiteradamente se aparta del camino principal. Algo que solamente se hace cuando se alcanza una tregua en que se declara el cese de hostilidades por ambas partes.
Estos 3 últimos diálogos han sido convocados por el gobierno precisamente en momentos cuando la oposición anunciaba acciones contundentes de calle. De esa forma ha bajado inexplicablemente la guardia para terminar dándole un nuevo respiro al régimen que se tambaleaba en las cuerdas del ring. En esas ocasiones la oposición ha paralizado su accionar de calle. Ello mientras el contrincante no se repliega ni siquiera para guardar las formas en cuanto a la represión. Recordemos que la misma no cesó durante la visita, por varios días al país, de la representante de la ONU, Michelle Bachelet.
Haber dialogado, a nuestro entender, no ha sido un error sino más bien la forma de hacerlo. Esa posibilidad siempre está planteada en política. De lo que se trata es de conservar la estrategia general en marcha en medio del diálogo sin ceder cuando no hay que hacerlo. Un ejemplo es la guerra entre patriotas y realistas en 1812. Entonces ambos bandos conversaban pese a las hostilidades en curso, cuando el Generalísimo Francisco de Miranda gobernaba con poderes dictatoriales autorizados por el Poder Ejecutivo.
Otro yerro ha sido la falta de conocimiento cabal del enemigo. Pues no se puede perder de vista que en este tipo de procesos generalmente se suele tratar con un elemento deshonesto, inescrupuloso y sin sentido de honor. Es lo que el experto en estos temas Francisco Diez define como el estafador en su libro “El arte de la negociación”. Sujetos sin palabra de honor que nunca la honran y mucho menos cumplen los compromisos asumidos. Esa lamentablemente es la escuela del chavismo y el madurismo que pareciera no terminar de comprender la oposición. Estamos ante una izquierda estalinista de visión infantil, ignorante, atrasada y antidemocrática integrantes del lumpen político sin sentido de la política como ciencia y gerencia para la dirección del Estado. Elementos que conciben el país y el mañana solamente con ellos. La alternabilidad de poder no existe en su agenda y lenguaje.
Así pues, en una negociación se podrá contar con los mejores mediadores como son los noruegos al igual que técnicas y métodos de la negociación y diplomacia. Pero falta por el gobierno el aporte de la voluntad política para ceder y solucionar esta prolongada crisis social, política y económica. La historia nos enseña que las tiranías estalinistas priorizan siempre lo político para atornillarse en el poder y nada más. Así evaden la raíz y solución de las crisis de orden social y económica para irse por la tangente como la invocación de elecciones parlamentarias.
@freddytoreal11