Aunque confiesa que por un largo tiempo no quiso cargar con el peso de su segundo apellido, Zamaswazi Dlamini-Mandela, segunda nieta de Nelson y Winnie Mandela, hoy ve en el legado del inagotable activismo de sus abuelos una parte de sí misma y un estímulo para «levantar la voz» ante las injusticias.
Así lo expresó en una entrevista durante su primera visita a Uruguay la nieta del primer presidente negro de Sudáfrica quien destacó que, como todo en su vida, aceptar que el legado familiar de los Mandela conllevaba una gran responsabilidad tuvo «un recorrido».
«Durante mucho tiempo me incomodaba que la gente supiera que procedía de esta familia porque sentía mucha presión y yo quería vivir mi vida fuera de ese foco, pero luego me di cuenta de que, en vez de ocultarlo, era algo que necesitaba abrazar. Es una parte de quien soy», manifestó.
Es así que, una vez dilucidado, aunque tenía que ser responsable del legado de su familia, podía «elegir su propio camino», cuando Dlamini-Mandela encontró en su vida el balance que, apuntó, tanto Mandela como Winnie, querían para sus descendientes.