El hallazgo sería el tercero localizado en la vasta región montañosa de Terepaima, en el municipio Palavecino del estado Lara, según inventario llevado a cabo por la oficina del cronista de la parroquia Agua Viva, dirida por el licenciado José Luis Sotillo.
Sotillo explica que este descubrimiento ayuda a determinar los espacios transitados y realidades propias de las culturas prehispánicas asentadas en la región.
Asimismo, corrobora la importancia que tuvieron las montañas del Terepaima y sus diversas serranías, para el asentamiento o paso de etnias aborígenes como un lugar geoestratégico, acotó el cronista parroquial.
Precisó que está pendiente establecer las mediciones de la piedra, y remarcar las figuras, para tener una mejor visión del mensaje perpetuado en la misma.
Ya se ha tomado su coordenada GPS, confirmando que el petroglifo está en una zona Abrae (Áreas Bajo Régimen de Administración Especial).
Junto a Sotillo cooperaron en la ubicación del petroglifo los senderistas de montaña Ángel Carrero y Miguel Ángel Pérez, conocedores de esta amplia región.
El reporte de este grabado rupestre ya es del conocimiento del antropólogo Félix Alberto Gil, quien estuvo adscrito al Museo Antropológico de Quibor y quien por años ha evaluado el trabajo de localización de yacimientos prehispánicos, adelantados por el cronista Sotillo en el municipio Palavecino.
Por lo pronto, la piedra ha sido bautizada como “Piedra del Sarari II”, por poseer una posición estratégica con mirada contrapuesta al Llano, concretamente a la población de Sarare. Por ello, estima Sotillo, quizás guarda relación con otra localizada kilómetros más allá, en la vieja vía a los Llanos, justo en la zona de El Altar, muy cerca de Gamelotal.
Por el juego de figuras geométricas que posee la piedra por algunos rectángulos, Gil evalúa que «pudiese tratarse de una señalización entre fronteras o caminos”, práctica común de las etnias prehispánicas.
Con datos y fotos: José Luis Sotillo J.