Durante un viaje a Corea del Norte, en el año 2018, la académica argentina María Lasa recibió instrucciones sorprendentes: no debía doblar el ejemplar del diario estatal Rodong Sinmun que le entregaron, porque tenía la imagen del líder Kim Jong-Un y -según le explicaron- los ciudadanos norcoreanos no podían conservar periódicos.
Esta anécdota marcó el inicio de una entrevista transmitida en vivo el pasado 22 de octubre por el Observatorio Venezolano de Fake News y Cotejo.info.
En la conversación, conducida por Andrés Cañizález, director y fundador de Medianálisis, Lasa compartió sus impresiones sobre su visita a esta enigmática nación y cómo sus experiencias se plasmaron en su libro «País de vinalón: mi viaje a Corea del Norte”, una crónica de nueve capítulos que explora temas profundos como el poder, el tiempo y la muerte.
Primeras impresiones sobre la información
La primera impresión de Lasa sobre el manejo de la información y las noticias en Corea del Norte la obtuvo de las normativas que recibió antes de aterrizar en el país asiático, y desde ese momento, su percepción es que existe un «recelo de la prensa escrita en su propio idioma», lo cuál -a su juicio- está diseñado para evitar la difusión de información interna.
Al indagar sobre el acceso a la prensa escrita en Corea del Norte, Lasa explicó que no existen quioscos o establecimientos comerciales donde los ciudadanos puedan adquirir periódicos. La única disponibilidad se limita a las estaciones del metro, donde se exhiben copias del Rodong Sinmun (el periódico norcoreano más leído y el diario oficial del Partido del Trabajo de Corea) que se actualiza diariamente.
Televisión y adoctrinamiento cultural
En relación con la televisión, Lasa comentó que en el hotel donde se hospedó había televisores antiguos en los que podía sintonizarse tres canales estatales, pero no tuvo acceso a estos, y tres canales internacionales disponibles solo para turistas. Los norcoreanos pueden ver la televisión nacional en sus hogares.
Lasa enfatizó que el sistema de comunicación en Corea del Norte está diseñado para adoctrinar a la población.
Por otro lado, en el caso de la industria cinematográfica mencionó que todas las películas producidas en el país tienen contenido revolucionario, con tramas que giran en torno a héroes que luchan contra el imperialismo.
Recordó que en 1980 se introdujo un código visual que obligaba a mostrar a los enemigos en penumbra y a representar a los hombres con barbas para denotar la «malicia» de los países adversarios.
Conocimiento internacional limitado
Durante su visita, Lasa fue acompañada por dos guías asignados por el gobierno, con quienes no podía interactuar libremente. Explicó que los norcoreanos están poco informados sobre lo que sucede en el resto del mundo, con excepción de eventos como los Juegos Olímpicos, a los cuales tienen acceso limitado.
Cañizález también preguntó sobre la posibilidad de consumir contenido de telenovelas surcoreanas y Lasa contó que, desde 2001, se han comenzado a introducir series surcoreanas a través de pendrives en mercados ilegales, pero esta práctica se ha visto severamente restringida tras la pandemia, con penas drásticas, incluyendo la muerte, por consumir tales contenidos.
¿Y el acceso a Internet? Lasa comentó que en Corea del Norte existe una intranet restringida, con terminales autorizados en lugares como bibliotecas, principalmente en ciudades grandes. Los teléfonos de los norcoreanos están limitados a la comunicación interna.
Para conocer más sobre esta interesante conversación sobre el país norcoreano, visita el siguiente enlace:
https://x.com/ObservatorioFN/status/1848846961929294291
Texto y foto: Medianalisis