El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, condenó este martes el «horrendo atentado» que en la víspera provocó una veintena de muertos y decenas de heridos por la explosión de un coche bomba a las afueras de la ciudad de Manbij, situada en la provincia de Alepo, en el norte de Siria.
«Condenamos el horrendo atentado que se cobró la vida de 20 personas, en su mayoría mujeres, en la ciudad de Manbij, que tuvo lugar ayer, cuando un coche bomba explotó cerca de un vehículo que transportaba a mujeres a las tierras donde trabajaban como temporeras agrícolas», ha declarado el portavoz del secretario, Stéphane Dujarric.
Durante una rueda de prensa desde Nueva York, ha informado que el ataque, cuya autoría no ha sido reivindicada aún por ningún grupo, se ha saldado asimismo con 18 heridos, trece mujeres y cinco niños, algunos de los cuales se encuentra en estado crítico.
Dujarric ha recordado que este fin de semana han muerto al menos cuatro civiles y nueve han resultado heridos como consecuencia de la detonación de un coche bomba en la misma localidad, lamentando además que «entre las víctimas había seis niños».
«Reiteramos que todas las partes deben cumplir las obligaciones que les impone el Derecho Internacional Humanitario de proteger a los civiles. Los civiles y las infraestructuras civiles nunca deben ser objeto de ataques», ha declarado el portavoz de Guterres, al tiempo que ha asegurado que tanto Naciones Unidas como las organizaciones socias continuarán «prestando asistencia (humanitaria) y ampliando (sus) misiones de evaluación y supervisión, cuando las condiciones de seguridad lo permitan».
La explosión de un coche bomba este lunes a las afueras de la ciudad de Manbij, situada en la provincia de Alepo, dejó al menos 19 muertos en medio de un recrudecimiento de los enfrentamientos entre las milicias respaldadas por Turquía y grupos armados kurdo-árabes.
Manbij cayó en manos del grupo rebelde Ejército Nacional Sirio (ENS), que cuenta con el respaldo de Turquía, poco después de la extinción del régimen de Bashar al Assad tras la ofensiva relámpago llevada a cabo a principios de diciembre por grupos rebeldes y yihadistas.
Las nuevas autoridades sirias acusan de esta clase de ataques a las milicias kurdas-árabes de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), que a su vez desmienten estas acusaciones y responsabilizan a la Defensa Civil Siria (los conocidos como ‘Cascos Blancos’) de orquestar una ola de intoxicación informativa contra el grupo.