La cocina venezolana —ese mestizaje vibrante de raíces indígenas, africanas y europeas— ha cruzado fronteras con el corazón en la mano y el fogón encendido. Como un susurro que se vuelve canto, sus sabores recorren el mundo dejando huella, memoria y emoción.
No son recetas, es la historia de un país que, aun en la distancia, se reinventa con cada bocado. En ese escenario global donde la gastronomía es arte, lenguaje y puente, dos nombres brillan con fuerza propia: Manuel Andrés Pérez y Ricardo Chaneton, embajadores del gusto venezolano, cada uno con su estilo, pero ambos con el mismo fuego sagrado por dentro.
Manuel Andrés Pérez: la Llama de Arratia, una chispa venezolana en tierras vascas
En el imponente Salón Gourmet de Madrid, durante la edición 2025 del Burger Combat, el sabor venezolano se alzó con el oro. Manuel Andrés Pérez, desde su trinchera culinaria en Bedia Badzokia Berria, en Bilbao, presentó La Llama de Arratia, una hamburguesa que no se come, se vive. Bajo una cúpula de humo de encina, la obra se revela como un espectáculo para los sentidos.
Cada capa tiene una intención: carne madurada cortada a cuchillo, panceta laqueada en soya y sweet chilli, quesos que se funden en un abrazo —azul, parmesano, cheddar e Idiazábal—, cebolla que ha llorado a fuego lento, reducción de Pedro Ximénez y una yema crujiente que estalla en la boca como un poema. Todo contenido en un pan brioche artesanal, suave como un suspiro.
Es cocina, sí. Pero también es memoria, técnica y emoción.
Y en ese escenario de alto nivel, Manuel compitió contando una historia. Una historia de mestizaje, de migración, de pertenencia. Porque detrás de esa hamburguesa había un país. Y el jurado lo supo.
Ricardo Chaneton: alta cocina con alma venezolana
Mientras tanto, a miles de kilómetros, Ricardo Chaneton ha ido esculpiendo su lugar en la historia de la gastronomía con manos de orfebre. Formado entre hornos Michelin — Quique Dacosta en España, Mirazur en Francia—, Chaneton abrió Mono en Hong Kong y en 2022 rompió esquemas: la primera estrella Michelin para un chef venezolano.
Pero su luz no se quedó en Asia. Su cocina ha tocado Europa como quien escribe cartas de amor con ingredientes latinoamericanos. Arepas elevadas al lenguaje de la alta cocina, productos del trópico reimaginados con técnicas francesas. En sus platos, se cruzan el rigor de la escuela europea y la calidez del fogón caraqueño.
Es así como Chaneton conecta mundos. Y allí donde va —festivales, colaboraciones, encuentros de grandes chefs—, deja una marca indeleble: la de un país que, aunque a veces silenciado, tiene mucho que decir.
Manuel y Ricardo son dos voces de una misma canción. La suya es una revolución de sabores, sí, pero también de identidad. Cada plato que crean es un manifiesto: Venezuela no ha perdido su voz, solo la está diciendo en otros idiomas, con acento global y alma intacta y con la madera fina de la que está hecha.
Desde una hamburguesa humeante en Bilbao hasta un menú de autor en Asia con resonancia europea, el sabor venezolano sigue su travesía. No hay frontera capaz de detenerlo. Porque donde haya un venezolano con ganas de cocinar, habrá un pedazo del país esperándonos al final de la mesa.
Y eso, al fin y al cabo, es lo más sabroso de todo.
Chepita Gómez
Apasionada de las comunicaciones en todas sus expresiones. Comunicadora Social con maestría en Ciencias políticas de la Universidad Simón Bolívar (Caracas) y estudios en Newfield, Escuela Internacional de Coaching Ontológico. Con más de 30 años de experiencia en el campo de las relaciones públicas y las comunicaciones, Chepita Gómez es directora de El Informador Venezuela.