La conformación de un nuevo Poder Electoral juega un papel decisivo en el proceso político venezolano, pero también la reconexión de los lideres políticos con los ciudadanos. Si ambos no se ‘lavan la cara’, ni diálogo ni negociación, serán suficientes.
El electoral es uno de los puntos de honor abordados por la mesa de negociación entablada entre el gobierno y un sector de la oposición venezolana, considerado minoritario.
En medio de la ambigüedad jurídica que es dialogar -o negociar- con una Asamblea Nacional en desacato, y la amenaza política de que sea el TSJ y no el parlamento el que designe a los nuevos magistrados electorales, ya comenzaron a darse pasos rumbo a ese ‘lavado de cara’ del CNE.
Eso ya es un paso importante, considera la socióloga Maryclen Stelling, pero la psicóloga social, Colette Capriles, opina que el asunto va más allá de la designación e implica lograr un árbitro creíble.
En tal sentido, para Capriles la renovación del CNE supone un progreso que avala el reconocimiento del gobierno a la Asamblea Nacional, mientras que para Stelling éste debe generar esperanzas con cambios de rumbos.
Los políticos también se lavan la cara
El analista político y economista Oscar Schemel, director de Hinterlaces, quien sostiene que “debe haber una renovación de la imagen de sus líderes fundamentales del chavismo» que, en el caso de Nicolás Maduro pasa por «reconfigurar su discurso y replantearse las políticas de alianzas y consensos”.
Pero si de lavarse la cara se trata, no solo el chavismo la necesita. Al menos así opina Stelling al afirmar que “el país está necesitado de una oposición nacionalista, y es el momento y la oportunidad para que la mesa de diálogo nacional que detecte lo que el país quiere”.
Colette Capriles insiste en un proceso de reinstitucionalización de los poderes públicos, en el que mucho tiene que ver el regreso del parlamento como un espacio para el «debate político y la negociación», pero también la renovación de poderes y la reconexión de los liderazgos políticos, es determinante.