Para el profesor Edgar Silva, presidente del Comité Nacional de Defensa de los Derechos de la Tercera Edad, el nuevo incremento del sueldo mínimo decretado por el presidente de la República, Nicolás Maduro, que lo eleva de Bs. 150.000 a Bs. 250.000 mensuales, “no es sino la continuación de la política de exterminio de las clases populares que, ya desde hace varios años, adelanta este gobierno”.
-En otras palabras –recalcó-, eso es lo mismo que hacía la Alemania nazi de Adolfo Hitler para exterminar a los judíos.
-Ese incremento es sencillamente una burla más, no solamente a todos los trabajadores y a los pensionados -afirmó Silva-, sino a todos los venezolanos, porque prácticamente cada venezolano tiene algún pariente pensionado.
-Y si había alguna duda de que eso es una simple burla a los venezolanos, la prueba más evidente la ofreció el propio Nicolás Maduro, quien ni siquiera tuvo el valor de dar él mismo la cara para hacer el anuncio, sino que lo dejó en manos de uno de sus adláteres, Francisco Torrealba.
-Incluso, ni siquiera los pensionados que también cobran cestaticket, o sea el bono de alimentación, podrán hacer mayor cosa, pues este último llegará apenas a Bs. 200.000, con lo que el ingreso total de ellos, en todo caso, sería de Bs. 450.000, cuando resulta que ya la canasta básica anda por encima de los nueve millones de bolívares mensuales.
-Con ese ingreso –añadió, un beneficiario apenas se podrá comprar un kilo de queso, un kilo de carne y tal vez un kilogramo de harina, si acaso.
-Y esa desacertada política económica de este gobierno es lo que ha contribuido también al desmembramiento de la familia venezolana, con los cinco millones de venezolanos que se han ido del país, en busca de mejor calidad vida, porque en Venezuela no hay ni presente ni futuro, pues lo que hay es hambre y miseria, gracias a este gobierno que encabeza Nicolás Maduro.
-Aquí en Venezuela –añadió-, los únicos que comen completo son esta caterva de seudorrevolucionarios de ideas retorcidas, que se han enriquecido a costa del erario público, que poseen ahora grandes camionetotas, enormes bodegones y tremendas panaderías.
¿Y qué estaría planteado ahora…?
-Bueno, como el gobierno no quiere cambiar de política económica, sino que más bien se empeña no solamente en mantenerla, y, subsecuentemente en profundizarla, con lo que siguen incrementando el hambre y la miseria en el país, pues la solución no es otra que cambiar de gobierno. Así de sencillo.
Reinaldo Gómez