Hasta nuestras oficinas de redacción, se acercaron dos ciudadanas, habitantes ambas de la capital larense, con el objeto de desmentir una información aportada a este portal web a través de la Fuerza de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional Bolivariana.
Ellas se identificaron como Wendy Vásquez y Anny Mendoza, madre la primera de Carlos Gómez, y la segunda, de Anthony Castillo, ambos de 18 años de edad y domiciliados en el sector La Lagunita del barrio La Veragacha de Barquisimeto.
-Resulta –apuntaron las dos damas- que a nuestros dos hijos se los llevó detenidos una comisión de la FAES que, hace cinco días, se apareció a eso de las 5:30 de la mañana a nuestras casas, que están cercanas una de la otra.
-Sin órdenes de allanamiento ni nada parecido –enfatizaron-, los funcionarios se introdujeron a nuestras viviendas y se los llevaron detenidos, y a juro.
Denunciaron que a ellos, es decir, a sus hijos, no les encontraron ni les decomisaron al momento nada que implicase algún delito.
-Pero resulta que, allá en el comando de la FAES, les endilgaron una escopeta y unos “miguelitos”, cuestión totalmente falsa.
-Y tan falsa es –prosiguieron- que, el mismo día en que fueron presentados ante el juzgado de la causa, ese mismo tribunal les concedió la libertad condicional a ambos.
-Y eso se debió, evidentemente, a que no había en nuestros hijos ninguna evidencia comprometedora de culpabilidad, sino que, insistimos, todo se debió a un montaje de la FAES contra ellos.
¿Cuál creen ustedes que haya sido la razón dela detención de sus hijos por parte del citado organismo?
-Bueno, no lo sabemos ni nos lo explicamos… A lo mejor fue un chisme mal investigado, o un “pitazo” mal dado, pero lo que nosotros queremos es que se aclare ante la opinión pública ese asunto de la injusta detención de ellos.
-Y eso lo reclamamos debido a que las informaciones que se han publicado fueron totalmente falsas, porque únicamente se ha dado a conocerla versión ofrecida por la FAES.
Reinaldo Gómez
DIOSSSSSSS QUE MADRES TAN ALCAGUETAS
Gracias a Dios no los mataron