La lucha contra la pandemia del nuevo coronavirus ha llevado a los países a buscar respuestas desesperadas para combatirla con rápidez.
En Venezuela, la administración de Nicolás Maduro ha encontrado ‘alivios’ con dos medicamentos cuestionados y no aprobados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El primero fue la cloroquina, vociferada en diferentes anuncios de gobierno, y ahora el Interferón Alfa-2b, que llegó en masa desde Cuba.
Desde que China adquirió el fármaco cubano para tratar pacientes infectados, en febrero, el nombre de Interferón comenzó a sonar como un posible vistazo a la anhelada cura, sin embargo, realmente se estaban visualizando los efectos inmediatos, más no a largo plazo.
Medios y agencias de noticias internacionales comenzaron a desmentir cadenas de Whatsapp y Twitter que insistían en las capacidades milagrosas del tratamiento. La Agencia Francesa de Noticias (AFP), el diario Clarín de Argentina y el portal Armando.info, de Venezuela, se han sumado a esto consultando diversas fuentes especialistas que coinciden en que el medicamento debe ser solo un «ensayo clínico», aplicado en situaciones de gravedad.
Pero el 27 de marzo la Agencia Cubana de Noticias reveló que 45 países, incluyendo a Venezuela, habían solicitado el Interferón Alfa-2b para usarlo contra los brotes locales. Ello fue confirmado por Maduro en una transmisión televisada: “De Cuba han llegado 10 mil tratamientos de Interferón que ha sido uno de los más exitosos en la recuperación y salvación de la vida de los pacientes».
Armando.info citó fuentes como la del Centro Nacional de Bioetica (Cenabi), que «emitió un comunicado alertando que su uso debe ser considerado como un tratamiento experimental, y por esa misma condición, debe contar con el consentimiento informado por escrito del paciente o su representante legal para su aplicación», reseñan.
Indican también que la Academia Nacional de Medicina de Venezuela se pronunció al respecto y recomentó: «además de lo manifestado por el Cenabi, que el Interferón Alfa-b2 sea usado solo en situaciones extremas, solo en el marco de un programa de uso compasivo».
El nombre de Interferón Alfa-b2 proviene de unas proteínas originales del cuerpo humano producidas y secretadas por las células anfitrionas como respuesta a la presencia de diversos virus bacterias, parásitos y, en lo más reciente, contra células tumorales. Cuba consiguió crearlo en un laboratorio hace más de dos décadas.
Sin embargo, el Memorial Sloan Kettering Cancer, instituto especializado en el tratamiento e investigación del cáncer, en New York, y fundado en 1884, advierte de los efectos secundarios del medicamento.
«Los interferones alfa pueden causar problemas mentales o empeorarlos. Se han producido suicidios o pensamientos suicidas, pensamientos sobre herir a otros, depresión, reacciones violentas, alucinaciones», algo que se puede leer en su página web.
Agregan que «también pueden causar infecciones, problemas de flujo sanguíneo, o hacer que las enfermedades autoinmunes empeoren. A veces, estos pueden ser mortales».
No obstante, su elección por las autoridades médicas de China para emplearse frente al nuevo coronavirus, obedece a que de manera general estos virus disminuyen la producción natural de interferón en el organismo humano y el fármaco cubano es capaz de suplir dicha deficiencia, fortaleciendo el sistema inmunológico de los pacientes aquejados por la referida dolencia respiratoria.
Pero la lucha contra la pandemia es desesperada, China asegura haberlo aplicado con éxito y Maduro alega que la recuperación de 31 pacientes se debe a la aplicación del antiviral en cada uno de los contagios, pero por su parte, la OMS sigue aclarando y advirtiendo la inexistencia de tratamientos para el COVID-19.
Enmanuel De Sousa (Con información de Armando.info)
Foto: Cortesía Agencia Cubana de Noticias